Se cumplen 15 años de una de las mayores tragedias de la Argentina.

La corrupción mata.

Federico D’Auro

El horror se apoderó de lo que iba a ser un show más de la banda Callejeros.

La tragedia, llena de heridas que aun no cierran, comenzó la noche del 30 de diciembre de 2004, hace 15 años, cuando el grupo de rock Callejeros, iniciaba un concierto en el boliche República Cromañón ubicado en la barrio porteño de Once, a causa de que, desde el público, arrojaron bengalas que impactaron en la media sombra ubicada en el techo, eso generó las llamas y el humo totalmente tóxico, ese humo, aun vigente y que jamás se irá de la vida de los familiares y amigos de las víctimas, menos aún de los sobrevivientes.

Al notar el incendio, los espectadores comenzaron a evacuar el lugar lo que no se realizó de forma normal por varios motivos: una de las salidas se encontraba cerrada con un candado y alambres, los gases tóxicos producto de los materiales inflamables asfixiaron rápidamente a muchas personas y el corte de luz producido al comenzar el incendio generó un caos total. El saldo dejó la tragedia fue de 193 muertos y 15 imputados, entre los que estaban el manager de la banda, así como sus músicos, Diego Argañaraz, el administrador Omar Chabán (fallecido en la cárcel a causa de este hecho, el 17 de noviembre de 2014), el ex jefe de seguridad del lugar Raúl Villarreal, el comisario Miguel Belay, el subcomisario Carlos Díaz, el ex director de Fiscalización y Control Gustavo Torres y las funcionarias a cargo de la habilitación del local, Fabiana Fiszbin y Ana María Fernández, así también en una decisión sin precedentes la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires terminó destituyendo al jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, con diez votos asistidos por diputados macristas, del ARI, la izquierda y un kirchnerista, colocándolo como el máximo responsable político de la tragedia. Con el resultado de la votación, Ibarra quedó automáticamente destituido y su vice, Jorge Telerman, fue quien completó el mandato de gobierno hasta su finalización en diciembre de 2007.

Poco después de que se votara su destitución, el ex Jefe de Gobierno confirmó que se presentaría ante la Justicia ordinaria por el fallo de la Legislatura advirtiendo que la historia no terminaría ahí y que seguiría trabajando en la ciudad por los mismos ideales. Ibarra acusó a sectores políticos de la ciudad de buscar, con su destitución, un chivo expiatorio, alejando todo de la verdad y la justicia, aunque evitó poner nombres y apellidos. Entre tanta investigación, juicios, responsabilidades y denuncias, después de todo el tiempo transcurrido ya no quedan detenidos por la tragedia. Posteriormente se verificaron 18 suicidios y muertes de familiares por enfermedad ocurrida en consecuencia de ese horroroso evento.

El terrible episodio concientizó a la sociedad sobre el estado de los locales destinados a este tipo de espectáculos musicales. De repente, pareciera que hubiesen sido necesarias todas las víctimas fatales y las que aún pelean día a día por sobrevivir para advertir, una vez mas, el clásico argento “todo estaba atado con alambres”, un sistema de cómplices asociados, que comenzó con el inspector técnico que hacía el control y que fue coimeado para la habilitación irregular. Cromañón demostró que todo funcionaba así, sin protección, sin seguridad, con espacios que no tenían ningún tipo de garantía para su uso, demostró, una vez mas, que la corrupción mata. Eso si, la unión de los familiares de las víctimas y la contención total de la sociedad marcan que allí vivió el horror, pero que no lo queremos nunca mas.