Federico Fellini uno de los realizadores más relevantes de la historia del cine

El 20 de enero se cumplió el centenario del nacimiento de Federico Fellini, el director italiano recordado por películas como “La dolce vita”, “Amarcord”, “La strada” y “Ocho y medio”.

Federico Fellini nació en Rímini el 20 de enero de 1920, fue el primero de tres hijos. Su madre, Ida Barbiani, era una ferviente devota de la Iglesia Católica y su padre, Urbano, un representante comercial. Los Fellini fueron educados bajo la doctrina del catolicismo, el fascismo y padres opresivos, signo de esa época. En sus años de estudiante, Fellini comenzó a realizar caricaturas, tuvo un taller con un amigo delante de la catedral de su pueblo y así fue captó la atención del dueño del cine Fulgor, que le ofreció hacer retratos de gente famosa a cambio de entradas de cine. 

En 1938 comenzaría la colaboración con el diario La Domenica del Corriere y con la revista humorística florentina 420. En 1939 se trasladó definitivamente a la capital con la excusa de estudiar Derecho. En esos años trabajó en la revista satírica Marco Aurelio, trabajo que le valió un gran reconocimiento, siendo convocado para escribir guiones y monólogos para cómicos y radio. En este último medio conoció a la actriz de teatro que se convertiría en su mujer en 1943, y quien sería la musa de varias de sus películas más famosas, Giulietta Masina.

(Foto: Diseño de Fellini para su película “Los inútiles”. Fuente: web Fundación Federico Fellini).

Roberto Rossellini, con quien forjó una gran amistad, lo requirió para co-escribir el guión de una de las películas fundacionales del neorrealismo italiano: “Roma, ciudad abierta” (que le valió su primera nominación al Oscar) y más adelante “Paisá”. Junto a Tullio Pinelli trabajaría escribiendo los guiones propios y de otros directores época como Alberto Lattuada y Pietro Germi.

Su labor cinematográfica 

Fellini dirigió durante su carrera 24 filmes, rodados entre 1950 y 1990. También dirigió cinco anuncios publicitarios para Campari, Barilla y tres para el Banco de Roma.

Con Alberto Lattuada coprodujo Luces de Variedades (1950), la película que los sacó de deudas. Luego vendría El jeque blanco (1951), que se emplaza en el registro de comedia italiana. Le siguió Los inútiles (1953), una película puramente neorrealista con la que obtuvo un León de Plata en Venecia. El año siguiente realizó La Strada, con su mujer Giulietta Massina como protagonista, película ganadora del Oscar y una de sus más reconocidas obras maestras. Fellini se interesaba por el lado sórdido del mundo del espectáculo, especialmente del vodevil y el circo, lo cual se reflejó en dicha película.

“¿Por qué dibujo los personajes de mis películas? ¿Por qué bosquejo sus caras, sus narices, sus bigotes, sus corbatas, sus bolsos, su manera de cruzar las piernas y esbozo las personas que vienen a verme a la oficina? A lo mejor ya lo he dicho; es un manera de empezar a mirar la película en la cara, para ver qué tipo es, el intento de fijarme en algo, aunque sea minúsculo, incluso insignificante, pero que me parece que tiene que ver con la película y, de manera velada, me habla de ella”.

Por amor a Roma

Si bien Fellini no nació en la capital italiana, siempre se consideró de allí y le rindió homenajes a su belleza. La dolce vita (1960) es un poema a la ciudad mientras que en Satyricon “inspirada libremente”, en la novela homónima de Petronio, buscó reflejar la decadencia y mundanidad de la Roma de esos tiempos, mostrando algunos atributos artísticos de la cultura. Publicitada como “Antes de Cristo. Después de Fellini” reflejó su preocupación por la obesidad, la mutilación y el hermafroditismo que muchos consideraron perturbadores.


(Giulietta Masina. Fuente: Tiempo de cine).

Una vez establecido como un talento internacional, Fellini ahondó en los mitos romanos, empleando una visión del inconsciente obtenido a través del estudio psicoanalítico de Jung.

En Roma (1972), el director alternó episodios de la ocupación hippie moderna de sus monumentos, sus recuerdos de adolescente visitando los burdeles y las excavaciones que descubren lo que queda de la antigua ciudad. 

Sus sueños, anotados en cuadernos, se convirtieron en la principal fuente de inspiración para dar vida a sus películas. Su estilo se define por haber desarrollado un método distintivo en el que superpuso imágenes de ensueño sobre situaciones ordinarias.

Es clave la participación de Nino Rota, compositor de la banda de sonido de sus obras más famosas, como en el caso de Amarcord y Ocho y medio, inolvidables melodías que quedaron en la memoria colectiva de varias generaciones. 

Mastroianni, amigo y alter ego

Masina los presentó cuando Mastroianni ya tenía 40 películas en su haber. En 1962 hicieron su primera película juntos, Ocho y medio con Mastroianni como Guido Anselmi, un director bajo una crisis creativa, Claudia Cardinali y Anouk Aimée. A partir de ese momento, además de convertirse en actor fetiche y alter ego de Fellini en pantalla, ambos conformaron una gran amistad. La dolce vita le otorgó a Mastroianni la fama internacional encarnando a Marcello Rubini, un aspirante a intelectual que escribe crónicas de sociedad. 

“Trabajar con Marcello es una alegría: delicado, disponible, inteligente, él entra en la punta de los pies en la piel de sus personajes, sin preguntar nada, sin siquiera leer el guión Un día dijo: ‘¿Qué placer puedo tener si sé de antemano lo que va a pasar? Prefiero descubrirlo día tras día, tal como ocurre para el personaje”.

En La ciudad de las mujeres (1980), una comedia con tintes de fantasía, el actor interpretó a Snàporaz, un empresario perseguido por un grupo de mujeres. En 1986, Ginger y Fred (Mastroianni y Massina) conforman una pareja de bailarines que hace muchos años que no trabajan juntos y evalúan una vuelta cuando les ofrecen aparecer en un programa de televisión. La película representó una despiadada burla hacia la vulgaridad y la violencia de dicho medio.


(Fotograma de “Ocho y medio”. Fuente: Aural crave).

“La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”.

En 1965, en Giuletta de los espíritus, Masina interpreta a una mujer que descubre la infidelidad de su marido y realiza un viaje en clave psicoanalítica de las decisiones tomadas a lo largo de su vida. Se considera que el papel está basado en la vida de Massina. El film ganó el Globo de Oro a la mejor película extranjera.

Su influencia

Woody Allen es un admirador confeso de la obra del director italiano, rindiéndole homenaje en films como Annie Hall (1977), Recuerdos de una estrella (1980), Días de radio (1987), Alice (1990) y A Roma con amor (2012). Allen y Fellini estuvieron obsesionados por retratar los recuerdos y la melancolía, rescatando los momentos felices vividos en la infancia. También comparten una ácida crítica a la sociedad del espectáculo en la que se vivía. Días de Radio tiene reminiscencias de Amarcord (1973) . Por último, cabe destacar que Las noches de Cabiria (1957) fue una fuente de inspiración para la realización del musical Sweet Charity, de Bob Fosse (1969). Las películas Recuerdos de una estrella, de Woody Allen, All That Jazz, de Bob Fosse y Nine, de Rob Marshall están inspiradas en Ocho y medio.


(Foto: Círculo de Bellas Artes de Madrid).

Los premios

La carrera de Fellini se caracteriza por una gran cantidad de homenajes y reconocimientos, como la Legión de Honor (1984) y el Praemium Imperiale, otorgado por el emperador de Japón (1990).

En total recibió cinco premios OscarsLa Strada (1954), Las noches de Cabiria (1957), Ocho y medio (1963), Amarcord (1973) y obtuvo el reconocimiento honorífico de la Academia de Cine de Hollywood en 1993.

Su cine tuvo tres etapas: las primeras películas neorrealistas, la de la fama internacional con los premios Oscar y la etapa de madurez, en la cual se distanció de la crítica y pérdida de rentabilidad masiva. Fellini es reconocido en la historia del cine por su personal estilo alternativo a lo comercial. De esta forma generó conciencia en la sociedad y polémica, a partes iguales. Federico Fellini falleció el 31 de octubre de 1993 en la ciudad de Roma. 

Su legado en la historia del cine perdura en las películas de muchos cineastas. Supo retratar la Roma moderna, que fue denominada como “Felliniana”.  El término remite a una visión creativa, onírica, algo irrespetuosa pero indiscutiblemente muy humana.

“Mi padre quería que fuera ingeniero; mi madre, arzobispo; y yo me siento narcisamente contento de haber hecho de todo para conseguir ser un adjetivo”.

Fuentes: http://archivio.federicofellini.it/es y Federico Fellini a Fondo. RTVE