Algunas reflexiones en torno a la implementación de proyectos sustentables
Por Arq. Fernando Dalmasso
La necesidad de la vivienda se ha convertido en un problema casi sin solución en nuestro país. Se calcula que más de tres millones de hogares no tienen acceso a una vivienda digna, o ni siquiera, tienen posibilidades de acceso al mercado inmobiliario a partir de créditos o construcción. Sin embargo, hay que destacar que desde hace años se vienen realizando planes de vivienda, más allá de los gobiernos de turno, y con “éxitos” bastante alejados de lo que uno podría esperar.
La necesidad de pensar la vivienda desde una propuesta de desarrollo urbano, considerándolo como el eje unificador de múltiples estrategias de desarrollo humano, económico, intelectual y social, ha estado ausente en las políticas que se han implementado en las últimas décadas. Más que una solución, la generación de vivienda social se ha parecido más a un proceso de “guetización” de la pobreza que a la búsqueda de soluciones integrales e integradoras de la ciudadanía.
El Problema
Sin lugar a dudas, el siglo XX fue prolífico en planteos y abordajes acerca de la temática de la vivienda social y de la planificación urbana. La cantidad de casos que uno podría citar son inabarcables, y los grados de logros positivos y negativos siguen siendo materia de discusión.
El grueso de los desarrollos urbanísticos de vivienda social se ha caracterizado por presentar problemas que se repiten una y otra vez, ante la mirada de funcionarios que ven fracasar políticas sin explicarse la raíz del problema. En resumidas cuentas, podemos decir que la mayoría de los emprendimientos para vivienda social cuentan con los siguientes problemas que los distinguen:
- Ubicación Periférica: en general, se tiende a generar proyectos de barrios para vivienda social alejados o en zonas periféricas del ejido urbano, lo que suele ocasionar problemas en el acceso a medios de transporte público, vías de comunicación, acceso a salud, educación y comercios. Cuestiones como éstas no son tenidas en cuenta a la hora de planificar donde va a vivir la población destinataria de estas viviendas, y cómo va a continuar su proceso de vida, una vez instalados en su nuevo destino.
- Monofuncionalidad: vinculado a lo anterior, se generan desarrollos enfocados exclusivamente en la vivienda lo cual genera una barrera para la integración, al impedir la diversificación de usos que uno puede observar en el ejido urbano de desarrollo espontáneo, por lo que marca diferencia y amplia las dificultades. Aunque si hay que destacar que cuestiones como estás se comenzaron a tomar en cuenta a la hora de realizar relocalizaciones, pero no forman parte de los desarrollos más generales que lleva adelante el estado.
- Ruptura tipológica: los desarrollos de vivienda social tienden a generar su propia tipología, profundizando las diferencias con el tejido urbano, provocando una situación de “guetización” de los barrios, más que una integración a la comunidad que lo contiene.
- Espacios libres sin usos definidos: la aparición de lotes “vacíos” previendo espacios verdes o plazas que no se concretan, porque no se termino de pensar el uso al que se iba a destinar, y al no generar ningún sentido de pertenencia, terminan convirtiéndose en basurales, o en usurpaciones para explotaciones particulares.
- Disociación de la Red Vial: genera aislamiento y dificulta la integración urbana.
La cuestión de la vivienda no se reduce entonces a proveer solamente un lugar donde vivir, sino que debe constar de una estrategia completa de integración social, la cual debe abordarse en todos los procesos que se implementen, teniendo siempre presente la población destinataria, sus problemas, su cultura, sus redes, etc. Los grandes programas suelen carecer de estas miradas, y sólo se limitan a crear viviendas de baja calidad para “repartir” entre quienes tienen la suerte de acceder a ellas.
Propuesta
Independientemente de la implementación, hay una serie de conceptos que deberían orientar a toda la gestión para una estrategia de urbanismo sostenible, que son su razón de ser y han guiado su concepción.
Cómo cuestión inicial, el tema de la vivienda debería resolverse a partir de la creación de una Agencia de Promoción o Unidad Ejecutora que se ocupe de cuestiones legales, registrales, financieras y de infraestructura. Al mismo tiempo, esta organización debe ocuparse del aspecto humano, esto es, registro y distribución de las unidades, generación de las estructuras intermedias, generación de modelos tipológicos y sistemas constructivos, gestión de los recursos (licitaciones, adquisición de materiales, formación de mano de obra, inspección y control de obra, etc.) y también de la difusión, hacia medios de comunicación y hacia las ONG y los posibles beneficiarios.
El punto de partida de cada proyecto debería ser la Célula o Módulo básico, la cual debiera estar conformada por un núcleo, compuesto por una manzana que deberá albergar un Centro Educativo (tanto para niños como para adultos), Salón Comunitario para Usos Múltiples, Espacio para recreación y deportes y Espacio para Huerta Comunitaria; alrededor de este núcleo se podrían desarrollar hasta 24 manzanas con viviendas y comercios de pequeña escala, constituyendo de esta manera una Unidad Social y Urbana de Desarrollo Sostenible.
El Núcleo Barrial es el primer desarrollo de la Célula, por cuanto debe cumplir la función de amalgamar el conjunto social que luego lo habitará; formar los recursos humanos primarios (oficios relacionados con la construcción, con el mantenimiento, con el trabajo en las huertas, con la alimentación, etc.) que luego se ocuparán del desarrollo del resto de los habitantes del barrio; funcionar como centro de reuniones informativas y sociales y funcionar como centro recreativo, deportivo y productivo de la Célula. Eventualmente, podrá desarrollarse un sistema de “incubadoras” para emprendimientos productivos. La Agencia de Promoción fijará pautas arquitectónicas y constructivas para estos Núcleos, pero el proyecto se realizará de manera individual.
Las viviendas no responderán a un “Modelo Único” sino que existirán opciones variadas para su abordaje, pudiendo inclusive en una segunda etapa incorporarse proyectos provenientes de Concursos de Estudiantes avanzados de arquitectura e ingeniería con apoyo de sus Docentes. Esto debe contemplar algunas premisas básicas que serán desarrolladas por la Agencia de Promoción, pero que podrían resumirse en:
- Utilización de materiales de bajo impacto ambiental y alta eficiencia
- Priorización de criterios de diseño de eficiencia energética y ambiental
- Previsión de clasificación y separación de residuos
- Instalación de digestores de residuos orgánicos y captación de agua de lluvia
- Posible implementación del uso de energías alternativas renovables
Para finalizar, considero indispensable poner en escena algunas cuestiones de principios que deberían guiar toda esta propuesta, tanto en términos conceptuales como prácticos.
En primer lugar, el reconocimiento del Estado como promotor primario de estrategias de desarrollo urbano (y humano), tomando un rol activo y protagónico en el desarrollo profundo del tejido social; evidenciando el trazado de ejes claros tales como trabajo, vivienda, educación y utilización del territorio con criterios de justicia social; en palabras del Papa Francisco: “tierra, techo y trabajo”.
En segundo lugar, la regularización territorial implica efectos colaterales positivos, tales como el sentido de pertenencia, incremento de la seguridad ciudadana (por varias razones, tales como menor disconformidad social; mayor contención de niños y adolescentes; generación de objetivos sociales, familiares e individuales en una misma línea; mayor accesibilidad a bienes y servicios comunes a toda la ciudadanía), ampliación de las perspectivas de desarrollo individual y colectivo, etc. En tercer lugar, el cuidado de los recursos naturales, tanto en el uso del suelo (regulación de superficies absorbentes, nivelación y forestación planificada, etc.); como en la gestión de residuos (separación, disposición de residuos orgánicos en digestores para fertilización del suelo sin agroquímicos, reciclaje de plásticos y metales, etc.); uso responsable de la energía (generando edificios con bajos requerimientos de climatización e iluminación; y eventualmente proponiendo la utilización de sistemas alternativos para generación de energías renovables); utilización de materiales de bajo impacto ambiental, etc.
En cuarto lugar, el carácter modular o celular de la estrategia permite flexibilidad al momento de cuantificar su alcance, ya que puede implementarse a partir de pequeños emprendimientos y escalar eventualmente hasta llegar al desarrollo completo de amplias zonas urbanizables. También permite que esas células desarrollen una suerte de identidad propia, adaptándose al tejido en el cual se inscriben, evitando varios problemas de las urbanizaciones sociales tradicionales respecto a su identificación visual, masificación y negación de identidad barrial.
Por último, proveer a los ciudadanos de herramientas útiles para su autonomía económica, generando el concepto de inversión social, asegurándose que los recursos destinados van en dirección a generar un mayor crecimiento de la economía vía la inclusión de una gran cantidad de personas que hoy se encuentran en situaciones de extrema vulnerabilidad.