Marcelo Ibarra, dirigente del Movimiento Evita de Escobar, junto a sus compañeros fueron un ejemplo de entrega y militancia durante la pandemia
Por Trinidad López
En general solemos mirar y conocer la historia y las experiencias de los grandes dirigentes políticos. Muchas veces nos olvidamos que esas historias que pasan a formar parte de la Historia con mayúscula, esta formada por incontables personas que, desde su lugar, dieron todo y formaron parte de espacios políticos que fueron el sustrato de esos grandes dirigentes.
Marcelo Ibarra, y sus compañeras del Movimiento Evita de Escobar son un buen ejemplo de entrega y militancia durante está pandemia, en dónde se puso a prueba la resistencia y la capacidad de organizar de los movimientos sociales. Ollas populares, postas sanitarias, apoyo educativo, todas actividades que desarrollaron desde la pandemia y que suelen ser invisibles, pero que contienen a una infinidad de personas que, si estas acciones, estarían totalmente desamparadas.
“En un balance a diez meses de este flagelo, estoy sorprendido de la capacidad de cada uno de nuestros militantes, que, pese a los temores por este enemigo invisible, tomaron con mucha responsabilidad su rol al lado de nuestros vecinos, convirtiéndose cada uno en trabajadores esenciales”, dice Marcelo Ibarra en una carta de agradecimiento que dio a conocer en estos días. Porque ciertamente, sin esa responsabilidad, lucha y militancia, todo hubiera sido más difícil para aquellos que menos tienen.
Respecto a sus compañeras de militancia, las palabras de Marcelo son hermosas, generosas, y dan cuenta de la enorme participación de muchas mujeres que salieron a bancar la parada: “Me emociono cada vez que pienso en las compañeras, en su sacrificio, buscando a familias, pasando frio al lado de la olla, a pesar de que a veces no alcanzaba, se las arreglaron para que no faltara un plato de comida y saliendo a buscar a los pibes que necesitan hoy una ayuda para volver a la escuela, esas compañeras que sin dudarlo se pusieron a la par de los últimos de la fila, multiplicando la comida como nos enseñó Jesús, son las protagonistas de este año 2020”.
Hay que destacar, que además de ayudar a sus vecinos, también lograr, pandemia de por medio, pintaron escuelas, terminaron una biblioteca, colaboraron en la limpieza de los barrios, y empezaron a generar emprendimientos productivos, para tratar de paliar la angustiosa realidad de sus barrios, que es muy parecida a la de muchos barrios de todo el conurbano. Cómo desafío para el año entrante, tanto Marcelo como sus compañeras y compañeros de militancia se proponen terminar una obra de 122 viviendas en el barrio Amancay, que quedaron a medio terminar porque en la gestión de Vidal les cortaron los fondos. De terminarse, darían una vivienda digna a más 100 familias vulnerables.
El futuro le deparará a Marcelo más desafíos, porque todavía queda mucho por hacer, y para alguien qué empezó su militancia como muchos dirigentes populares, desde abajo ningún obstáculo es imposible de sortear. Además, cuenta con una gran ventaja, es uno de los dirigentes más respetados en Escobar, tanto dentro de su movimiento, como por el resto de las fuerzas políticas de la zona, y por quienes hoy conducen el municipio. Lo que es seguro, es que su historia personal se va entretejiendo con la de sus vecinos, y con la historia política local, dado que esta día a día junto a quienes más lo necesitan. Dirigentes como Marcelo son los que hacen posible el nexo entre la Política y el pueblo, porque sin ellos, difícilmente la política podría llegar a cada barrio o a cada casa en los distintos confines de nuestra patria.