Un desplante a los que menos tienen

Los funcionarios necesitan pensar más en la gente y no tanto en el sillón

Por Trinidad López

Al comienzo de la pandemia, el gobierno se encontró que el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) provocaría una caída estrepitosa en los niveles de empleo. Así nació el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) un bono de $10.000 que aspiraba a evitar que entre 2,2 y 2,8 millones de personas cayeran en la pobreza y que 1,8 a 3,1 millones de personas pasaran a ser indigentes.

Pero la realidad fue otra, y reveló hasta qué punto miles de argentinos se encontraban en una situación dramática, que hacía necesaria la intervención del estado con urgencia. Tan es así, que la cifra de personas que solicitaron el IFE superó las expectativas tanto políticas como académicas, dejando a la vista que la mirada sobre el problema de la cuarentena y sus efectos había menospreciado la realidad. El IFE, terminó abarcando a 12 millones de personas, un número totalmente inesperado para quienes tenían la responsabilidad de generar políticas de contención.

Si 12 millones

“Nosotros sabíamos que iban a ser 12 millones los que se iban a anotar en el IFE. Yo se lo dije a Alberto, les presenté informes a todos; ahí te das la idea de que no nos ven. Algunos sociólogos decían que iban a ser un millón, el ministerio de Trabajo decía que iban a ser 3 millones 600 mil, nosotros decíamos 12 millones” disparaba Emilio Pérsico desde “el monstruo” de la Avenida Entre Ríos 2128, en el barrio de Constitución.

El programa más emblemático que está en marcha es el Potenciar Trabajo, que busca reconvertir los planes sociales en trabajo a través de propuestas socio-productivas sustentado en la finalización de estudios, formación laboral y capacitación en oficios. En este plan convergen los antiguos Hacemos Futuro y Salario Social Complementario, abarcando en total a 580 mil beneficiarios. El Potenciar Trabajo apunta a cinco sectores productivos como construcción; producción de alimentos; textil; economía del cuidado; y la recolección y reciclado de residuos urbanos, que serán clave en la etapa pospandemia. “Organizar a los desocupados es el objetivo histórico de las organizaciones, inventar trabajo”, repite Pérsico hasta el cansancio.

Así fue, durante los meses de pandemia el IFE ayudó a los argentinos a sobrellevar la crisis económica mas grave de los últimos tiempos, sin embargo, a finales de 2020 el Gobierno decidió reemplazar el IFE por el programa Potenciar Trabajo, creado a comienzos de la gestión del presidente Alberto Fernández en reemplazo de todos los programas de asistencia como Argentina Trabaja, Ellas Hacen, Salario Social Complementario y Hacemos Futuro.

Sin embargo, pese a los anuncios el sistema colapso, pues en noviembre los movimientos sociales inscribieron a 700.000 personas que en la mayoría de los casos pasaron el filtro del Ministerio de Desarrollo Social y el ANSES. Pero, como en Argentina siempre existe un pero, el Banco Nación colapso y dejo a más del 70 % del los inscriptos sin la oportunidad de pasar las fiestas con el nuevo programa, que hoy significa un ingreso de 10.293 pesos. equivalentes al 50 % del salario mínimo vital y móvil.

Más allá del exabrupto de fin de año, esta maniobra significó un ahorro de miles de millones de pesos a las arcas estatales, pues al demorar la carga a los nuevos beneficiarios, estos no pudieron cobrar el anunciado bono de fin de año que fue de 9.400 pesos. Un error garrafal de parte de la casa Rosada, pues sabe que ante el embate interno y externo que sufre el presidente Alberto Fernández, los únicos que siguen apoyando sin dudar las políticas de Balcarce 50 son las organizaciones sociales, quienes pese al desplante prometen seguir en la trinchera y derrotar en este año al virus llegado de la lejana China de Mao.