Por la pandemia se extienden los alquileres en quintas de lujo de barrios cerrados bonaerenses, el resto hace lo que puede
La pandemia no afecta a todos por igual, sin dudas la capacidad económica de cada familia es determinante a la hora de lograr mejores niveles de salud, hábitat y cuidado. Por eso, quienes pueden pagar entre u$s 3.000 y u$s 5.000 mensuales prefieren quedarse en una quinta de lujo en un barrio cerrado, mientras los más humildes la llevan como pueden.
Por eso cuando se habla de desigualdad y de determinantes sociales de la salud/enfermedad no es sobre conceptos abstractos, se puede palpar en cada pieza del entorno que nos rodea. Y no es lo mismo pasar la pandemia en un lugar amplio, ventilado, al aire libre, con pileta y espacio verde que, en una casilla, hacinado y comiendo mal. Eso es lo que no debemos perder de vista cuando se habla de desigualdad frente a problemas sociales complejos como la salud, la educación y la alimentación.
Un entorno saludable implica más que una casa linda. Es por ejemplo tener acceso al agua potable y cloacas, algo de lo que muchos compatriotas hoy carecen y que se ha tornado crítico en esta pandemia en donde, la higienización personal como de la vivienda y el entorno es mucho más necesaria de lo que suele serlo habitualmente, o al menos, se ha visibilizado con mayor fuerza.
El verano no lo hemos disfrutado todos de la misma manera, algunos se tuvieron que quedar en sus barrios a pelearla. Hacer ollas populares para ayudar a sus vecinos, jornadas de trabajo en los barrios, limpieza de veredas, etc. Otros, en cambio, los que sí pueden, se dieron una vida holgada, que no está mal, pero que sería bueno que empecemos a pensar que todos tienen derecho a vivir dignamente, y tener las mismas posibilidades de acceso a la salud, al esparcimiento y a una vivienda digna. Eso es la equidad.