A finales de noviembre vio la luz una red en defensa del segundo bioma más grande de Iberoamérica. Hablamos con el obispo a cargo de unir el Gran Chaco y Acuífero Guaraní.
Por Lucas Schaerer
Laudato si y el Sínodo de la Amazonía impactaron en la vida de muchos. El obispo argentino Ángel Macín volcó esa experiencia en una acción concreta por la defensa del segundo bioma más grande de Iberoamérica, conocido como la región Gran Chaco y Acuífero Guaraní. Coché —su apodo, derivado de su segundo nombre, José— fue ordenado obispo hace nueve años por el Papa Francisco y, desde entonces, es un pastor que no para de peregrinar a las zonas rurales.
¿Cómo y por qué impulsa la Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní?
El origen de la red tiene su antecedente en dos encuentros que tuve en la ciudad paraguaya de Asunción con Edmundo Valenzuela, hoy arzobispo emérito, y con gente de la zona. Luego el Papa me nominó para acudir al Sínodo amazónico. En ese momento estaba a cargo de la presidencia de la Comisión Pastoral Aborigen (CEPA).
El Sínodo fue el catalizador.
Fue muy intenso. Trabajando en mi círculo menor junto a Valenzuela; al laico secretario ejecutivo de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica), Mauricio López, y los teólogos Carlos Galli y Víctor Codina, empezamos a hablar de la posibilidad de replicar la REPAM. Desde entonces, fuimos convocando a gente que conocíamos por tener su corazón y sus preocupaciones puestas en el cuidado de la casa común. En plena pandemia, en junio de 2020, nos reunimos vía Zoom unas 30 personas. Luego, en 2021, viajé a Roma, y en el encuentro con el Papa este me alentó a seguir adelante.
¿Encontró en Roma apoyo del resto de la Santa Sede?
En ese momento aproveché para tomar contacto con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. De hecho, les escribí por el lanzamiento de la red y me respondieron con una carta muy alentadora que animaba al grupo a seguir.
¿La idea de la red es trascender las iglesias locales?
Esta red es un nuevo sujeto eclesial emergente que trasciende la frontera de países o circunscripciones eclesiales, sin dejar de tener una referencia en el obispo y en las iglesias locales, pero apuntando al trabajo conjunto de las iglesias de la región. La red acoge el proceso de caminar juntos Iglesia y territorios, especialmente en las zonas más profundas, para que la red nunca pierde ese sentido encarnado.
Territorios unificados por una gran fuente de agua, además.
Sabemos que el Gran Chaco y Acuífero Guaraní subterráneamente es un gran cuenco de agua dulce, que sale a la superficie sobre todo en la zona del Paraná, en Esteros del Iberá, o en zonas de Brasil, y está más subterráneo en la zona del Gran Chaco, pero científicamente forman una única fuente de agua. También nos unifica la abundancia cultural de los pueblos originarios de diferentes etnias o grupos, y, por supuesto, la preocupación por el fenómeno de la urbanización, de los monocultivos que avanzan sobre el monte. Creemos que el Gran Chaco y el Acuífero son un solo bioma, la imagen de un organismo con dos pulmones que respiran el mismo aire del Espíritu Santo, que está soplando de una manera nueva en la Iglesia y en el mundo gracias al compromiso de muchos, y gracias al servicio de la Iglesia de Francisco.
¿Qué nos puede contar del lanzamiento de la red, que tuvo lugar en Paraguay del 28 al 30 de noviembre?
Queremos llegar a los territorios, a las comunidades, para conocer a los habitantes de los pueblos originarios, los conflictos que hay, y buscar caminos de incidencia o apoyo a iniciativas concretas. Nuestra misión como red la vamos a ir definiendo en el encuentro mismo. No queremos inventar algo nuevo, sino lograr mayores lazos de comunión y comunicación para una mayor incidencia en el cuidado de la casa común.
¿Cuáles serán los ejes temáticos?
El cuidado del agua y del medio ambiente; la cultura en alianza con los pueblos originarios; la lucha contra el extractivismo y el monocultivo, y la pérdida de población de los pueblos que migran a las ciudades. Participarán delegaciones de distintos países, representantes de organismos como el CELAM, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Cáritas y otros organismos de América Latina. También invitados técnicos que no participan de lo confesional. Por ahora no creemos que sea el momento de una apertura ecuménica, porque estamos todavía en el origen. Necesitamos definir cuál es nuestra misión y, desde ahí, empezar a trabajar para conversar con una mínima organización y poder así dar sustento a nuestra tarea.