En la basílica San José de Flores Jorge Mario sintió el llamado de Dios al sacerdocio. Por eso un puñado de peregrinos con la imagen de la Virgen de Luján a cuesta rezaron allí por el Papa.
Por Lucas Schaerer
Lo miró con misericordia y lo eligió. Ese es el lema episcopal de Jorge Mario Bergoglio que sintetiza lo que hace 70 años atrás, luego de confesarse en la basílica San José de Flores, sintió el joven que sesenta años después sería ungido Papa. Ese día del estudiante y los festejos de inicio de la primavera, el 21 de septiembre de 1953, Dios miró al sur, al fin del mundo, a la Argentina. Ahí estaba un adolescente de tan sólo 17 años, nacido en una familia trabajadora y migrante italiana, en un barrio periférico de la Ciudad de Buenos Aires, que al confesarse disparó el llamado de Dios. Jorge escuchó y allí parió la vida religiosa del primer Sucesor de Pedro latinoamericano.
Fue este jueves 21 que un pequeño grupo de peregrinos, no pasaban de los seis, dos mujeres, salieron de la sede de la Federación de Círculos Católicos Obreros, creada por el Padre Federico Grote en la calle Junín al 1063, hasta la Basílica de San José en el barrio de Flores. “Es un signo. Llegamos justo para la eucaristía que estaba dando en misa el párroco Martín Bourdieu”. Decía una de las mujeres peregrinas que recordaba que el anterior jueves también habían llegado con la Virgen de Lujan en andas, junto a una imagen de su cuidador el Negro Manuel, justo cuando se estaba exponiendo el santísimo sacramento en la Basílica Nuestra Señora del Pilar, junto al cementerio, en el barrio de Recoleta. “Allí fue sorprendente porque nos guío el amor de una señora muy devota de la Virgen que nos paró en la calle, que se emocionó al ver a la Virgen peregrina y nos bendigo, para luego indicarnos que vayamos a la iglesia. Cuando fuimos en un principio la persona de seguridad allí no nos dejaba pasar como nos había ocurrido minutos antes al querer ingresar al cementerio para rezar ante la tumba de Evita. Dos veces bloqueados pero la Virgen se abrió camino”, recordó Mónica Lerose, trabajadora en la obra fundada por el Padre Grote y quien decoró con flores la reyerta de la Virgen que viajó en el subte línea H y luego en la A.
Los peregrinos fueron a rezar por el Papa Francisco a la misma iglesia donde recibió el llamado de Dios al sacerdocio y fue casualidad que coincidieron con la misa. Una vez finalizada la misma fueron con las andas y las imágenes hasta el confesionario que está al ingreso mano izquierda del templo. Allí junto a otra impactante imagen de San José dormido, enviada por el Papa Francisco al cumplirse una década de su papado, siguieron rezando por Argentina y su líder espiritual en la tierra tan vapuleado en estos días por el candidato presidencial anarco-capitalista.
De la Basílica los peregrinos fueron hasta el potrero donde jugaba el niño Bergoglio (hoy placita Herminia Brumana) y a su casa, en la calle Membrillar casi Francisco Bilbao.
Estos peregrinos caminan por la Ciudad de Buenos Aires una vez por semana, siempre los jueves, es la cuarta salida (la segunda vez le tocó lluvia y no suspendieron), y en su andar callejero entregan estampitas de la próxima peregrinación de la juventud a Luján. La imagen de la Virgen fue adquirida por uno de los peregrinos en la capital de la fe, Luján, mientras que el Negro Manuel llegó como donación de un sacerdote del Santuario de San Cayetano y la imagen del Papa Francisco un regalo de un empresario pyme. En tanto que el altar móvil y las andas son palet reciclado por trabajadores de una cooperativa de la economía popular en la localidad de Mercedes, provincia de Buenos Aires.