Por primera vez en una marcha del orgullo LGTBIQ+ hubo una carroza para unir diversidad sexual y espiritual. Centu es la comunidad que une fe y sexualidad.
Por Lucas Schaerer
“Mi sexualidad no limita mi fe”. Es un concepto novedoso. Jamás se había visto tal consigna en una Marcha del Orgullo LGTBIQ+ que se viene realizando desde 32 años.
“Mi sexualidad no limita mi fe” fue la frase central de un banner de fondo blanco que colgaba a los costados de la carroza que partió en el lugar número 12, a dos cuadras y media de Plaza de Mayo, a las tres de la tarde de este sábado 4 de noviembre. La carroza tenía además a su lado dibujado personas abrazándose y entre ellas un cura. El banner seguía con las denominaciones: “católicos, gays, no binaries, agnósticos, lesbianas, ateos, transexuales, evangélicos”, y el logo de Centu, que son dos personas que se abrazan caminando hacia adelante y la cuenta de Instagram @ComunidadCentu
Mientras la carroza atravesó la marea de personas con sus colores arcoíris en Plaza de Mayo, junto a la feria de artesanos, estaba el stand con la consigna “abramos las puertas para ir al encuentro”.
Los responsables de llevar la fe a la Marcha del Orgullo es Centu, que es una comunidad de diversidad sexual y espiritual nacida a fines de 2018, que vienen participando de la Marcha del Orgullo, limitados a un stand, y ahora ampliaron por primera vez a una carroza. Hasta allí se acercó una de las religiosas más conocidas de la Argentina vinculada a la comunidad trans, que es Mónica Astorga Cremona, quien fuera madre superiora de las carmelitas descalzas en la provincia de Neuquén.
En lugar de arrojar pintura contra las puertas de la Catedral o piedrazos a una iglesia, la comunidad Centu, que la integra en su mayoría católicos, aunque también evangélicos como ateos y agnósticos, lo que quieren es unir sexualidad y fe con buenos modales, con mesura, sin grietas. Son predicadores de la cultura del encuentro. Que en plena marcha del orgullo con toda su festividad y libertad también apuntan a lo profundo que es ir a la tolerancia inclusive de una persona tan distinta que con su sola presencia te incomoda.
Centu encara un trabajo a dos tiempos y niveles. En el cuerpo a cuerpo, de allí que se suman a la Marcha del Orgullo como en lo institucional, una de esas instancias se ve en el instagram de la organización donde difundieron a fines de septiembre el dialogo entre al sacerdote responsable de la comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Máximo Jurcinovic, y el licenciado en filosofía y militante LGTB+, Flavio Rapisardi.
Todos los meses Centu organiza talleres abiertos, para cualquier persona, que quiera dialogar, compartir, sobre sexualidad y fe. Esos encuentros inician con preguntas, que interpelan a la comunidad de diversidad sexual y espiritual con preguntas que van al trato en la comunidad LGTB, cómo es el vínculo con las familias, cómo es la relación con la fe, cómo se integra fe y sexualidad, cómo viven la relación con la institucionalidad de la religión, que les pasa con cosas de la comunidad LGTB que hacen ruido y creen que deben dar una vuelta de rosca. Las respuestas no apuntan a lo bueno o malo. Quieren compartir y respetar la diversidad de respuestas. Tampoco hacen preguntas para debatir ideas sino para compartir la vida, por eso una vez por mes se reúnen, crean un ritual del encuentro.
También tienen otra instancia más cotidiana, donde se conforman grupos de amigos, o espacios donde intentan generar idas y vueltas más frecuentes.
En la peregrinación de la juventud a la Virgen, desde el Santuario de San Cayetano a la Basílica de Luján, también han colocados stand. Allí van al encuentro y en el andar buscan encontrar la puerta interior que se debe abrir para encontrarse con esa persona que es distinta.
Hasta la carroza de Centu en la Marcha del Orgullo llegaron miembros desde Córdoba, San Juan, San Luis, Santa Fé, Misiones, celebrando que se puede integrar su fe y su sexualidad.
En el Evangelio “El Centurión” romano pide salvar a su sirviente querido que se moría. La famosa frase “no soy digno que entres en mi casa pero una palabra tuya bastara para sanarle”. Los Centu, del Centurión viene su nombre, ven en esa parábola que un militar romano que sometía al pueblo judío entra en diálogo con un judío, Jésus, para salvar una vida, dos orillas irreconciliables que deben entrar en dialogo para sanar.