Peregrinaciones a Plaza de Mayo por la Patria

Un pequeño grupo llevó en andas la imagen de la Virgen de Luján y su primer devoto, el Negro Manuel, desde la Federación de Círculos Católicos Obreros hasta Plaza de Mayo. Allí rezaron por la elección presidencial y el Papa Francisco.

Por Lucas Schaerer


Desde el corazón de Recoleta irrumpen en el microcentro porteño con su fe. Se los vio durante tres jueves seguidos desde la calle Junín y avenida Santa Fé, a mitad de cuadra la sede de la Federación de Círculos Católicos Obreros salir con la imagen de la Virgen de Luján, que va en un pequeño altar móvil, junto a quien fuera testigo del milagro y su primer devoto, el Negro Manuel. Ambos la Virgen y Manuel son llevados en lo alto, cargados en los hombros, de un puñado de peregrinos sueltos, unos “locos” de la fe, que cada jueves, desde hace dos meses se ponen en camino para rezar por la patria, por el pueblo, por el Papa Francisco. Las andas y el altar móvil es madera de palet reciclado por trabajadores de la economía popular de la localidad bonaerense de Mercedes, ellos también tienen un grupo de peregrinos.

La primera peregrinación a Plaza de Mayo no estuve. Me enfermé. Sé que dejaron las imágenes en la Plaza de Mayo. Muchos se acercan a rezarle, a tocarla y se hacen fotos. El siguiente jueves volvimos. Fui testigo, no me lo contó nadie, que en plena avenida Santa Fé, ya habíamos pasado avenida Callao, nos sale al cruce una mujer que lloraba. La mirada la tenía clavada en la virgencita de Luján, la patrona de nuestro país. “Venía hablando con ella, mi hija, y aparecieron ustedes con la Virgen. Es la señal que le pedí”. La mujer está atravesando el drama de tener una hija fallecida, a los 26 años, por una aneurisma cerebral.

La alegría de los jóvenes

En la puerta de una reconocida librería (ex teatro el Grand Splendid) sobre avenida Santa Fé, metros antes de Callao, unos cincuenta pibes de secundario, con uniforme de colegio católico, nos ven venir y empiezan el agite: “La Virgen está pasando por aquí…la Virgen está pasando por aquí, y cuando pasa todo se transforma la alegría viene, la tristeza vaaaa, y cuando pasa todo se transforma la alegría viene, la tristeza vaaa”. Parecía armado. Pero fue un encuentro sin organizar. Ellos felices y nosotros levantando las andas agitando con ellos.

En el peregrinar muchos nos frenan. Es el caso de un vidriero, que nos pide rezar por su nieta que trabaja en otra galería de comercios en avenida Santa Fé. Muchos quieren tocar a la Virgen. Otros saludan o persignan de lejos. También la filman o hacen fotos con sus celulares. Otros ya la esperan ver pasar, como cada jueves. Uno de los peregrinos, Damián, pide que sigamos el mismo trayecto. Que eso suma, el repetir el trayecto. Se acercan turistas de las provincias que vienen a la gran ciudad, también pibes o pibas y muchos grandes. Varias veces nos interpelan con preguntas: ¿De dónde vienen, a dónde van? ¿quiénes son, por qué lo hacen? Que nos vamos a sumar, que lindo, gracias.

Los pungas en la pere

En la peatonal Florida dos pungas, una rubia teñida abriendo la mochila a una de las peregrinas que cargaba a la Virgen y el Negrito Manuel. Salta uno bajito de boina y anteojos oscuros. Se alejan y a metros largan las amenazas. Quedaron expuestos.

Cruzando diagonal norte el diputado nacional, El Topo Rodríguez cruza saludo con el peregrino más conocido, Esteban, secretario general de la UTEP que recién estrena el mandato cumplido. En Plaza de Mayo damos vuelta rezando el Rosario. Pasamos una carpa de un reclamo por los derechos de las discapacidades y otra indígena Q’om. Rezamos por la patria, por las elecciones. Entramos a la Catedral. Se ingresa al mausoleo del General San Martín. A la Virgen la dejamos descansar en un banco. Unos minutos. Más personas se arriman. Turistas. Como nos pasó en San Nicolás de Bari que también ingresamos a rezar, una iglesia sobre avenida Santa Fe.

La Virgen vuelve a la Plaza. A pocos metros del olivo de la Paz que plantó Jorge Bergoglio cuando era cardenal junto a otros religiosos. Queda en una cabina o gabinete de luz. La altura es perfecta porque queda a vista. De fondo el obelisco. El día es primaveral. El cielo celeste. Con unos sanguches de fiambre y agua hacemos un picnic a los pies de la Virgen y el Negro. La gente pasa, la filma, la toca y la fotografía. Nosotros chochos, ella y el negro igual.