Alto impacto por la decisión de Francisco respecto a Gabriel Mestre, a quien había designado en una de las jurisdicciones eclesiales más importantes de la Argentina.
Por Lucas Schaerer
El 9 de enero este sitio fue el primero y único que expuso la desobediencia contra el Papa Francisco en la diócesis de Mar del Plata. La ciudad y diócesis balnearia en un mes, entre diciembre y principios de enero, había dejado el saldo de dos obispos eméritos, o sea jubilados y no justamente por edad. Era notorio que el Pontífice quería un obispo externo a la diócesis, un pastor que no fuera local, pero distintas razones no públicas lo impedían. Se había tejido un destino pastoral ajeno al Santo Padre y el propio Gabriel Mestre, ex obispo en La Plata y antes en Mar del Plata, lo reconoce en su carta del día de hoy. Algo totalmente inédito, un obispo reconociendo que confronta con el Papa y no acata su pastoreo. Como ya anticipamos en otro artículo, a muchos clérigos parece incomodarlos tener un Papa parido de sus propias entrañas.
La primera señal papal, Jorge Mario que vive en Roma pero tiene su corazón argentino, fue la intervención de la diócesis marplatense con un hombre leal, Ernesto Giobbando, un jesuita que en ese momento era obispo auxiliar en la ciudad de Buenos Aires y que el 19 de enero debió posponer todos sus planes, para ir urgente al obispado a pocas cuadras del mar.
La segunda señal de Francisco para corregir el destino pastoral de Mar del Plata fue liberar el camino de quien ejecutaba los planes de Mestre contrarios al Papa. El sacerdote y administrador diocesano, Luis Albóniga, recibió la orden papal el 29 de enero de su traslado a la provincia de Jujuy.. Este religioso era quien conducía en el territorio eclesial y había ocupado el sillón del obispado luego que Mestre fuera traslado a La Plata. El consejo de consultores, todos hombres y sacerdotes, y el administrador diocesano bajo la conducción de Mestre, desde La Plata, tenían una idea de pastoreo muy diferente al Santo Padre.
Mestre estaba confiado en soberbia. Toda esta semana, hasta en la noche de ayer domingo, creía que tenía muchos años por delante en la conducción de La Plata. Como buen marplatense fanático del agua se había anotado en natación. Había cambiado de domicilio en su documento. Sentía que había llegado a la cima del poder eclesial y que desde allí no bajaría. Su colega más cercano, de su misma generación, Jorge Ignacio García Cuerva en la diócesis porteña, era un espejo para él. Se sentía cómodo. Pastoralmente se mostraba del pueblo. Internamente tejía la desobediencia.
Ejemplo de líder
Francisco da una enseñanza de conducción. En primer lugar, a los miembros de la iglesia local y global, que impacta también en otras dirigencias, sean políticas, sindicales o empresariales. Bergoglio como un samurái japonés descabezó la desobediencia, ni en el Vaticano se entendía por estas horas, y hoy lunes madrugó a todos. Fue un baldazo de realidad para muchos que lo creían más cerca del arpa que de la guitarra. Francisco desde la oración piensa con la cabeza, no con la rodilla. Ya lo dijo y lo demuestra.
Bajar de la soberbia de la deslealtad a un obispo de una jurisdicción eclesial que él mismo designó evidencia que él no teme. Si se equivoca en una designación da marcha atrás. El caso Mestre es la demostración.
La semana pasada, en la ciudad de Romeo y Julieta, Verona, aseveró el Pontífice: “Yo soy porque nosotros somos”. Mirando de cara a los jóvenes para despertarles la pasión por la participación agregó: “Nadie existe sin los demás, nadie puede todo sólo. La autoridad que necesitamos es la que, en primer lugar, es capaz de reconocer las propias fuerzas y limitaciones, y luego de entender a dónde acudir en busca de ayuda y colaboración” y cerró el discernimiento: “la autoridad es esencialmente colaborativa”. Por otro lado los autoritarismos y sus enfermedades.
Argentina está cerca espiritualmente. Su regreso está en marcha. Falta definir la agenda, noviembre o inicios del año 2025. Pero lo quiere con el alma. Su madre patria, aquella que lloraba en el exilio alemán cuando estaba escribiendo su tesis sobre el poder en base a Romano Guardini, tiene a su pueblo sufriendo. Lo dijo en un reportaje y lo reafirmó en la Plaza San Pedro, el pasado 8 de mayo, cuando en el día de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina, delante de una imagen réplica de la original dijo: “Pidamos por Argentina para que el Señor la ayude en su camino”. No es fácil. Un gobierno nacional que retiene 5 millones de kilos de comida para los pobres, algo que este domingo reclamó el presidente de los obispos argentinos, Óscar Ojea, habla de Cruz que carga el pueblo.
El reemplazo
Se abre la terna de candidatos a suceder a Mestre en La Plata. Para no hacer lista de nombres, que implica un vacío de poder a la autoridad papal, y por lo general hace caer a los candidatos seguramente el foco esté puesto en un obispo que conoce bien Francisco. Es su país, su iglesia de toda la vida, antes de ser el pastor universal. La Plata es la ciudad de la provincia más grande de Argentina. Allí reside un poder con muchos años y autonomía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El liderazgo eclesial desde La Plata ha dado un cardenal y hombre de extrema confianza en la Curia Romana, como Víctor Manuel “Tucho” Fernández. Ahora debería ser un nuevo obispo que sepa moverse entre el pueblo fiel de Dios, como en las altas cumbres del poder que no se convierta en clérigo de Estado. Tiene a varios obispos rondando en cargos de peso en el conurbano bonaerense como en provincias más pequeñas en población. En el paso de los días saldrá a la luz el nuevo arzobispo de la ciudad de las diagonales. Sin dudas tendrá que ser un hombre tenaz y fiel.