La misa del arzobispo García Cuerva por los religiosos asesinados en la última dictadura

El líder de la iglesia católica porteña impulsa la canonización de dos seminaristas y tres curas masacrados en la iglesia San Patricio durante el Terrorismo de Estado.

Por Lucas Schaerer

En el coqueto barrio de Belgrano, esquina Estomba y Echeverría, está la imponente parroquia San Patricio. Allí dentro fueron baleados, mientras dormían, en la madrugada del domingo 4 de julio de 1976 dos jóvenes seminaristas y tres sacerdotes. La iglesia católica a los asesinados por su fe los reconoce mártires y este caso pasó a la historia como la “masacre de los palotinos”.

A tan sólo tres meses del último golpe militar, ocurrido el 24 de marzo de 1976, a un gobierno elegido por el voto popular se sabe, aunque no confirmado por fallo judicial, que un “grupo de tarea” de la Marina, en ese momento liderado por Emilio Eduardo Massera, ingresó a la iglesia San Patricio para dejar un mensaje de terror al pueblo argentino y a la iglesia católica. La modalidad fue demoniaca. El asesinato a balazos, mientras dormían, de cinco integrantes de la congregación Sociedad del Apostolado Católico, llamados popularmente palotinos, por su fundador San Vicente Pallotti, un sacerdote italiano del siglo XIX.

Los sacerdotes Alfredo Leaden (57 años), Alfredo José Kelly (43) y Pedro Eduardo Dufau (70), y los seminaristas Emilio José Barletti (23) y Salvador Barbeito Doval (24) por sus verdugos fueron colocados, boca abajo, sobre una alfombra.

Esa misma alfombra, ya limpia de la sangre derramada, pero con los orificios de balas, cuelga de la pared del pequeño oratorio junto al altar de la iglesia donde este jueves 4, por la tarde-noche, presidió la misa el líder de la iglesia católica porteña. Jorge Ignacio García Cuerva, por primera vez como arzobispo, reivindicó a los mártires palotinos y evidenció su decisión de impulsar la causa de canonización sobre los “mártires palotinos”.

“Como decía el cardenal Bergoglio: ‘juntos vivieron, juntos murieron’. No vivían su fe de modo individualista o privado, lo hicieron tan unidos que hasta mezclaron su sangre, sangre de hermanos. Una fe comprometida con su tiempo, como decía Salvador Barbeito”, leyó de su homilía, desde el atrio, el líder del clero porteño.

“Una fe audaz -siguió García Cuerva leyendo-, pero no valiente como los súper héroes de historieta; una fe muy humana con las fragilidades y vulnerabilidades que todos tenemos; expresada de manera tan conmovedora por el Padre Kelly tres días antes del asesinato: ‘He tenido una de las más profundas experiencias en la oración. Durante la mañana me di cuenta de la gravedad de la calumnia que está circulando acerca de mí. A lo largo del día he estado percibiendo el peligro en que está mi vida. Por la noche he orado intensamente, al finalizar no he sabido mucho más. Creo sí que he estado más calmo y tranquilo frente a la posibilidad de la muerte. Lloré mucho, pero lloré suplicando al Señor que riqueza de su gracia que me ha dado para vivir acompañara a aquellos a quienes he tratado de amar”.

El nuevo párroco de San Patricio, Juan Sebastián Velasco, que se reconoce hijo de la comunidad palotina de Belgrano, también es el postulador en la causa de canonización de los mártires. “Para ser santos se necesitan dos cosas. Cinco como ellos, que dieron su vida por la fe, por el Evangelio, y un obispo o arzobispo como este que se puso la causa al hombro. Gracias Jorge Ignacio por venir el año pasado a visitarnos”, dijo al micrófono el sacerdote Velasco mirando a García Cuerva que estaba sentado entre el obispo Jorge Lozano y el obispo auxiliar Alejandro Giorgi (titular de la Vicaría Belgrano).

La parroquia estaba llena de feligreses pese al frío y a pocas horas del partido de fútbol de la Selección nacional por la Copa América.

Hubo figuras políticas. Al fondo del templo estaba desde el ministro bonaerense de obras públicas, Gabriel Katopodis, el legislador porteño, Claudio Ferreño formado en la espiritualidad palotina. También estuvo el diputado nacional y ex embajador ante la Santa Sede, Eduardo Valdés; quien fuera el fiscal en la causa de la democracia por los mártires y tiempo después jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, mientras que desde la localidad rural de Suipacha (primera sección electoral bonaerense) el joven intendente Juan Mancini, también de formación palotina, y uno de los impulsores del grupo de laicos “Factor Francisco”, conocidos como los Wharhol del Papa por su estética arte-pop, Santiago Barassi, otro de los formados en la comunidad de los palotinos de Belgrano.

El cáliz (la copa) para la eucaristía era la misma que usaba uno de los curas asesinados, reconoció el arzobispo quien agregó al momento de consagrar la hostia -en otro gesto de validación a los asesinados- “el cuerpo de Dios por el que dieron su vida nuestros hermanos palotinos”, cerró García Cuerva quien agregó una anécdota familiar relacionada a los mártires: “Mi abuela se confesaba Leaden. Sólo me acuerdo que estaba consternada con los asesinatos”.

La causa de canonización de los mártires palotinos cuenta con un aliado fundamental. El Papa Francisco fue en junio de 2005, siendo cardenal y arzobispo, quien aceptó el proceso canónico para formalizar la santidad de los “cinco”, como lo conocen los jóvenes que dejaron un cartel de ofrenda en la misa de ayer por un nuevo aniversario de la masacre.