Ángel Macín, religioso de la ciudad de Reconquista, reveló a C5N las dificultades que atraviesa tanto él como su comunidad con la suba inflacionaria.
Por Lucas Schaerer
“Tuve que ajustarme y dejar de comprar un medicamento. Para comprar otro que también es caro, pero es indispensable”. Así inició el diálogo con C5N Ángel Macín, el obispo de Reconquista, diócesis al norte de la provincia de Santa Fe, un liderazgo eclesial desde 2013 por determinación del papa Francisco.
El obispo nacido hace 57 años en el pueblo Malabrigo, y formado en el seminario de la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, reveló que gana de salario el mínimo, vital y móvil. “La obra social no cubre ese medicamento, que antes sí cubría, y mi asignación por la tarea que desempeñó ronda los 350 mil pesos. Con eso no puedo pagar un medicamento de 700 mil pesos”, agregó Coché, como es conocido entre la paisanada santafesina.
Este clérigo, a cargo de otras tareas designadas por el Pontífice como la Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní (con trascendencia regional porque abarca Paraguay, Bolivia, sur de Brasil y Uruguay), tiene un salario inclusive más bajo comparado a otros trabajadores del obispado, pero él pone todo en equilibrio y remarca que vive solo y que además cuenta con un vehículo a disposición y un lugar para vivir.
“Para mí es terrible y nos afecta a todos. Tengo que decirles que tuve que dejar de tomar un medicamento, no me alcanza, pero no me quejo, puedo seguir viviendo sin eso creo, pero pienso en los ancianos que no les alcanza para los medicamentos esenciales. Eso me parece que es algo que nos debe interpelar más fuertemente”, ya había expresado monseñor Macín a un periodista local, que viralizó el video reportaje por redes sociales con el hashtag #RemeDIOS.
Su testimonio impactó en la comunidad que pastorea en el norte de Santa Fe y también a aquellos que lo conocen por su responsabilidad en la conducción de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).
“No sólo veo mi situación también escucho, en mi familia y entre la gente que me voy encontrando. Medicamentos sobre todos más sofisticados, las obras sociales, mutuales, pero que cada vez cubren lo mínimo. Después si hay alguna cuestión de alta complejidad, ya uno tiene que arreglarse. Esto está pasando con gente que no tiene para pagar el pasaje para ir a la ciudad de Santa Fe”, agregó a este medio.
En el distrito de Reconquista, o diócesis como lo llama la iglesia, los pobres están clamando. Esto se expresó primero para las Pascuas. En ese momento, Macín convocó a una jornada solidaria por la emergencia hídrica y alimentaria. Eso nació de un dialogo de monseñor con las organizaciones sociales, sindicales, y otras instituciones.
Hace unos días atrás, por la fiesta del santo patrono del pan y el trabajo, Macín impulsó una jornada de oración, reflexión y solidaridad en torno a la fiesta de San Cayetano: “Nosotros tenemos muchas capillas dedicadas al santo. Por eso convoque a la oración personal, a la común con la eucaristía, y un rato antes de la misa convocamos a la gente con dos preguntas simples para conversar. ¿Cómo estamos viviendo en este tiempo? ¿Qué le pedís este año a San Cayetano? Esto se hizo en unos 10 o 12 centros de la diócesis”.
De ese encuentro desde la fe a la cruda realidad, en barrio Obligado, que no es periférico, ni céntrico, sino que está ubicado en el primer cordón del centro de Reconquista, compartieron chipá, mate, y chocolatada con los chicos junto a los movimientos sociales: “Para la misa se pidió un alimento no perecedero para los comedores de la iglesia, otras iglesias y organizaciones. Todo eso lo manejó Cáritas. La convocatoria fue con el lema: ‘No es posible morirse de hambre en la tierra del pan’”.
Incertidumbre, angustia, indiferencia, y falta de esperanza son las palabras que, cuenta Coché, surge de los fieles que se acercaron a distintas capillas en el día de San Cayetano. También el individualismo y la falta de ganas de participación.
El obispo contó que le fue llegando síntesis de dos o tres parroquias y que “impresiona lo que estamos viviendo y confirma esto de no llegar a fin de mes, la falta o pérdida de trabajo, la preocupación por la salud, los medicamentos. Justamente hoy salieron noticias de gente que no tiene plata para viajar a Santa Fe por estudios de alta complejidad”.
Una realidad que a muchos ya los está privando de las necesidades más básicas: “Me cuentan que un chico todas las tardes compra un saquito de mate cocido y 20 pesos de azúcar, lo que sería su cena”.