Este artículo lo escribió el único periodista argentino que viajó al Vaticano en la semana en la que el sumo pontífice potenció a la CGT, los movimientos populares y a los antimafia de su patria.
Por Lucas Schaerer
La realidad es superior a la idea. Este concepto es el GPS para discernir la semana más argenta del Papa, que incluyó tres hitos: el encuentro con los dirigentes sindicales cegetistas, el simposio antimafia que encabezaron el juez Casanello y Lucas Manjon de Libera, y por último el discurso más argentino de su Era para los movimientos populares.
La semana inició el lunes 16, por la mañana, en una audiencia en la agenda oficial y con las fotografías de rigor al recibir a los gremialistas, incluyendo dos mujeres y el secretario general del sindicato de la economía popular. Un gesto de apertura por los popes sindicales.
La CGT
Bergoglio los primereó con humor porteño para cortar el aire protocolar y distante de la biblioteca en el Palacio Apostólico de la Santa Sede. Algunos de esos dirigentes sindicales lo conocían de la Argentina, cuando era arzobispo, otros era la primera vez que lo veían. Pero todos se llevaron un recuerdo imborrable, que no es solo una foto en papel y en la memoria con el brillo de sus ojos y sonrisa pícara. El hombre de blanco convierte. Su cercanía toca el alma y sobre todo en los momentos críticos. El Papa escuchó por Pablo Moyano del veto al aumento de los jubilados y esto le tocó el corazón. La reunión terminó no por él, sino que ninguno de los sindicalistas agregaba definiciones o consultas. En ese momento Jorge Mario sumó el gesto de acompañarlos hasta la puerta. Fue muy confiado con los chistes, el clima era juntada de amigos en casa, también sobre su plan de regreso a la Argentina y les resaltó la sabía unidad sin dejar de defender la dignidad de los laburantes. Todos salieron con el pecho inflado de felicidad, el corazón rebosante de fe y sorprendidos por la tenaz capacidad de trabajo y lucidez del Santo Padre.
La Antimafia
El jueves, en la sala de audiencias de la Academia de Ciencias, el juez Casanello, lideró, junto a Manjon de Libera argentina, un encuentro internacional antimafia para que los hermanos Milei avalen el proyecto de decomisar los bienes al crimen organizado y devolverlos al pueblo. Ese coloquio recibió un mensaje de Francisco que escucharon en vivo y en directo especialistas de Interpol, de la Corte Internacional de Justicia, fiscales anti-narcos de España, Brasil, Italia, Argentina, entre otros.
Movimientos populares
Como nunca antes había ocurrido el Sucesor de Pedro (el santo sobre el que se fundó la iglesia católica) ponderó a los movimientos populares, con el abogado Juan Grabois presente, y pinchó en las heridas abiertas de Argentina: desde el colonialismo, “que es el litio”, la masacre de Roca a los pueblos originarios, las coimas que pidieron funcionarios por obras internacionales y la represión con gas pimienta (sin citar que país pero que se deduce es el nuestro).
La semana con la argentinidad al palo ocurre luego del viaje más extenso, doce días, donde Francisco renueva y potencia aún más su liderazgo profético que supera al mundo católico. El Pontífice es síntesis de un nuevo humanismo espiritual.
Una jugada del Espíritu Santo parece esta semana. Que daría para hablar mucho más porque Grabois, la ministra Petovello (que visitó al Papa el lunes sin llevarse fotos), y el juez Casanello, los tres, son protagonistas de la causa por los alimentos no distribuidos en comedores y merenderos, aunque el demandante, la demandada y el magistrado nunca se cruzaron.
En definitiva, la semana vaticana-argenta deja una incógnita: ¿se está cocinando un “santo proyecto”, que es la unidad de la iglesia, con otras confesiones, los gremios y los movimientos sociales para resucitar a la Argentina?
Fuente: C5N