En Córdoba se compartió la comida y la oración con los sin techos y movimientos populares. En Buenos Aires la oración fue ecuménica, con una orquesta y peluquería.
Por Lucas Schaerer
“Les hago una pregunta, cada uno hágase esta pregunta: ¿Yo me privo de algo para darle a los pobres? ¿Yo cuándo doy limosna toco la mano del pobre y lo miro a los ojos? Hermanos y hermanas no olvidemos que los pobres no pueden esperar”.
Estas palabras fueron dichas por el Papa Francisco en su oración del Ángelus, desde su oficina del Palacio Pontificio, hacia los peregrinos congregados este domingo 17 de noviembre, en la Plaza San Pedro, en Roma.
En la patria de Francisco hubo dos grandes acontecimientos que acompañaron la octava Jornada Mundial por los Pobres impulsada por el Santo Padre.
Por un lado, en la provincia de Córdoba, en su capital, en las puertas de la catedral se sirvieron extensas mesas donde compartieron el alimento los voluntarios católicos cordobeses. “Fue una gracia para nosotros que ayer y antes de ayer aprendimos mucho, oramos muchos con los hermanos más pobres, de la economía popular y los sin techos”, contó a este cronista Melchor López, el sacerdote a cargo de la Vicaría de los Pobres creada por decisión del cardenal y arzobispo cordobés, Ángel “Bayín” Rossi. “Nosotros hicimos un momento de recepción, oración y bendición fraterna dentro de la Catedral, con canciones para orar, para que uno primero se dejara amar y luego pudiera bendecir al que tenía a su lado. Fue un momento de paz muy profundo, de descanso y oración”, concluyó el presbítero López con tonada cordobesa.
EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
“Dejemos los voluntarios lugar a los que están llegando. Porque no va a alcanzar la comida”. Escuché decir a una voluntaria de “Red Solidaria”, una ong que está hace años en la zona de Plaza de Mayo asistiendo a los sin techos. A su alrededor, casi todas mujeres, con pecheras de Cáritas.
Estaban a un costado de la entrada principal a la Catedral porteña distribuyendo bandejas con milanesas, ensalada rusa, pan, y botellas con agua mineral. Esta madrugada las ráfagas de vientos y lluvia hacían peligrar la jornada que se tenía previsto realizar en Plaza de Mayo.
Luego de la orquesta con música clásica, también bajo el techo de la entrada a la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires, el sacerdote Sebastián García presentó la oración ecuménica: “Orar e implorar a Dios todopoderosos y hacerlo en la diversidad de nuestras creencias”.
Tomó el micrófono y explicó el origen de los “ecuménicos”, impulsados por el movimiento “rezá x mí”, fue la catequista villera, Fernanda Miño: “El Papa Francisco dice que cada cristiano y comunidad estamos llamados a ser instrumento de Dios para la liberación y la promoción de los pobres. La pobreza no es un problema de un solo sector social. Hoy cuando se demoniza a los pobres como culpables de los que estamos viviendo es responsabilidad de quienes tenemos un camino en la fe que debemos rezar en comunidad y por eso hace un mes y medio atrás, acá en Plaza de Mayo, frente al olivo plantado por Bergoglio, y luego hace una semana atrás cuando plantamos un olivo en la plaza de La Cava, donde vivo, y así vamos a seguir en otros lugares donde se necesita la cultura del encuentro para seguir luchando contra el flagelo de la pobreza”, cerró Miño quien leyó la oración “hazme instrumento de tu paz”.
El sheij, Mahmud Aid, director de la mezquita El Mártir de la provincia de Tucumán y presidente de la Organización Islámica Argentina sostuvo: “estamos juntos por el pedido del Papa para orar por la erradicación de la pobreza. Por eso pedimos a Dios, el altísimo, el Dios de Abraham, el Dios de Moisés, el Dios de Jesús, el Dios de Mohammad, infinita misericordia que ilumine el corazón de todos los seres humanos para ser solidarios con los demás para erradicar de nuestros corazones el egoísmo. En un versículo del sagrado Corán dice: “Dios no cambia la situación de un pueblo hasta que este pueblo no cambia a sí mismo. Si nosotros no cambiamos no podemos pretender que la sociedad o nuestra familia cambie. Dios quiera cambiemos nosotros y se refleje en nuestra sociedad”.
El obispo auxiliar porteño, Pedro Cannavó, a cargo de la nueva Vicaría para la Caridad y el Desarrollo Humano: “Dios habla a través de los pobres que claman justicia, solidaridad, que claman un corazón atento para devolverles la dignidad de hijos. Entonces le pedimos a Dios todopoderoso que nos bendiga y proteja, sea nuestro escudo, fortaleza, nuestra paz y que nos dé siempre hambre y sed de justicia con un corazón sensible a los más humildes”.
También predicaron Claudio “Pajarito” Cruces de la Pastoral Social Evangélica y el laico musulmán chiita, Alejandro Salomón, acompañado por vecinos de Villa Madero, del municipio bonaerense de La Matanza, y no llegó a compartir la oración ecuménica pero sí estuvo al inicio de la jornada, el rabino Damián Karo.
La misa posterior a servir la comida y la oración ecuménica fue celebrada por el arzobispo porteño. Jorge Ignacio García Cuerva, que almorzó parado a los pies de la escalinata de la Catedral, de la misma bandeja que comían los pobres, predicó en su homilía: “quiero animar a los voluntarios, organizaciones, a los hermanos de Cáritas, que a pesar de todo podamos volver a confirmar que Jesús no nos deja tirados. Que renovemos el compromiso y el entusiasmo. Vale la pena jugarse la vida por los pobres”.