El jueves fue un día de muchas emociones, la mañana comenzó con una lluvia persistente, lo que ponía en duda mi viaje a Luján, donde al medio día Gabriel “Pato” Duna presentaba su libro: “Manuel de la Virgen”.
Por Gabriel Brito

El pronóstico nos acompaño, salió el sol y mientras desde la ciudad del Vaticano un colega me anunciaba que teníamos un nuevo Papa, compartimos un rico guiso en ” La Casita de la Virgen”, lugar cercano a la Basílica.
Fue un momento de emoción, sensaciones encontradas, compartir esa mesa con hermanos que conocimos en la calle, Misionando, luchando, pidiendo por Tierra, Techo y Trabajo.
Hermanos que en los últimos años me enseñaron el valor del abrazo fraterno, el cuidarnos y ayudar a los más humildes.
A los de las periferias, al que no tiene esperanza, a las minorías a los migrantes.

Mientras Gabriel “Pato” Duna nos contaba como escribió la historia de Manuel con palabras sencillas, con la ayuda de compañeros, las charlas con el padre Sergio Tey, Soledad “La Flaca” Basualdo y la ayuda de un profe de FinEs, desde Roma nos anunciaban el nombre del vicario de Cristo.
Enorme sorpresa, porqué pese a ser norteamericano, se siente ser latinoamericano.
Eso, el relato de “”Pato”, me hizo volver a Escobar con un espíritu más renovado, porque estás acciones nos dan esperanza, nos renuevan y fortalecen para seguir luchando.
Pero también creo necesario antes dd seguir esta lucha, hacer un párate y pensar un poco, realizar una autocritica, que nos haga reflexionar sobre nuestras vanidades, el ego y la falta de humildad.
Nadie se salva solo, nadie tiene la razón absoluta, porqué debemos aprender a escucharnos y pensar en nuestro prójimo.
No desde nuestro individualismo, debemos pensarnos como comunidad organizada, donde el respeto hacia los demás sea nuestro guía.
Gracias Virgen de Luján por regalanos este hermoso encuentro en tu día.