Reconocen la apertura de nuevos comedores y exigen que se continúen las obras por la ley RENABAP y el Sedronar. También le envían un mensaje a Patricia Bullrich: “La inseguridad es el fácil acceso a las armas y el narco”.
Por Lucas Schaerer
Los sacerdotes, hermanos y diáconos católicos que viven en las villas y barrios populares de distintos puntos del país lanzaron su primer documento que resume la vida entre los más pobres a tan sólo un mes y diez días de haber asumido el gobierno nacional que preside Javier Milei.
“Levantarnos con esperanza”. Así inicia la proclama que firmaron más de 50 religiosos que viven y pastorean 24 por 7 en la periferia de las grandes urbes, sea Córdoba, Santa Fé, Rosario, Mar del Plata, Corrientes, Chaco, Misiones, Santiago del Estero, Zárate-Campana, o Ciudad de Buenos Aires.
“Estamos todos en la misma barca” es una frase que popularizó el Papa Francisco para la pandemia del coronavirus. Ellos la tomaron para este documento que no busca hablar de toda la realidad nacional, ni siquiera es ideológico, es sencillo, vuela bajo, va directo a donde están los más pobres, los descartados, los sobrantes los llama Su Santidad.
“La marginalidad aumenta”, los curas lo ven reflejado el reflejo en el crecimiento de las personas que están viviendo en la intemperie entre los pasillos y calles dentro y en los alrededores de las villas y barrios populares. Lo atribuyen “al aumento desmedido de precios” en la comida, medicamentos, los alquileres, la garrafa “y tantos aumentos sin freno, cosa que no sucede con los salarios y los ingresos”.
Esto último va dirigido al Estado Nacional, por los aportes a los jubilados, desocupados, o trabajadores de la economía popular como a las patronales en las obras de construcción, en la industria textil, en las casas con personal de limpieza, donde la mayoría de los villeros trabaja sea bajo convenio colectivo o no registrado.
A este panorama crítico se suma como cóctel explosivo la penetración del narco: “La droga sigue atrapando a muchos pibes” y se profundiza la desesperanza cuando se ve y escucha “la poca perspectiva de un Estado presente que cuida a los más débiles”. Esto para los fervientes seguidores de Jesucristo, que firman el documento y lo difunden, “causan desesperación”.
No es nuevo el panorama. Lo vienen diciendo. No apunta sólo a la política. Dicen que esto abarca a lo económico, lo cultural. En el documento los religiosos que se hicieron villeros apuntaron a dos políticas de Estado. Esto apunta directo al ministerio de Capital Humano y a Seguridad.
Por un lado, el programa que hasta hace poco dirigió Fernanda Miño, quien dejó un fideicomiso de 55 mil millones de pesos para las obras en los barrios populares, conocidos por la llamada ley RENABAP para lograr la integración socio-urbana de los más de 5 mil barrios populares del país.
Este programa logra sin burocracia meter escuelas, guarderías, jardín de infantes, centros de salud, luminaria, cloacas, todas intervenciones del Estado inteligentes y prácticas de uso cotidiano que en las villas tienen un alto impacto positivo. Ahí se enfrenta la inseguridad social.
Mientras la otra política de Estado que exigen a Milei y su gobierno nacional se liga a la lucha contra las adicciones sobre todo de drogas. El Sedronar, nacido de la ley de drogas, es la secretaría a la que recurren los curas villeros para sostener los dispositivos donde reconstruyen su vida los excluidos que nunca tuvieron familia o por distintos motivos cayeron en el abuso del consumo sea paco, cocaína, o alcohol.
Otro párrafo de los curas, diáconos y hermanos en las villas y barrios populares está dirigido al ministerio de seguridad, encabezado por Patricia Bullrich, a quien recibieron en la campaña nacional a la presidencia previo al balotaje.
“Sabiendo del drama de la inseguridad, repudiamos, que frente a los hechos delictivos de los adolescentes, la principal respuesta es la baja de imputabilidad. Es preocupante el fácil acceso a las armas en nuestros barrios”, señalan.
Otro párrafo apunta a las dirigencias. De todos los ámbitos, inclusive de la religiosa que no la citan explícitamente, que están “lejos de lo que pasa a la gente de a pie”. Para cerrar piden a “la Virgen de Luján, madre del pueblo argentino, que nos siga dando fuerzas para ayudar a levantar nuestra patria”.
Los religiosos van desde Córdoba (7), Chaco (1), Santiago del Estero (2), La Rioja (2), Corrientes (1), San Miguel de Tucumán (1), Misiones (1), Mar del Plata (3), Rosario (3), Zárate-Campana (2), San Miguel (1), Conurbano bonaerense (16), Ciudad Autónoma de Buenos Aires (17).