Eduardo García, titular de la diócesis de San Justo, y Jorge Vázquez, obispo de Morón se sumaron al reclamo. También sacerdotes en Cáritas de la ciudad de Rosario y Posada.
Por Lucas Schaerer
Monseñor Eduardo García, de la populosa diócesis de San Justo, en la provincia de Buenos Aires y con cientos de miles de personas viviendo en villas, asentamientos y barrios populares, se sumó al reclamo sobre gobierno nacional, que preside Javier Milei, por los alimentos retenidos en galpones del Ministerio de Capital Humano. Y no fue el único: también lo hizo el obispo de la diócesis de Morón, Jorge Vázquez.
“No hay que desproveer a la comunidad de aquello que es necesario para su vida y que es fundamental para la alimentación. No se trata de números, se trata de personas. Estamos en una situación de emergencia bastante complicada y está faltando el alimento en nuestros barrios. Muchos de los comedores que eran sostenidos con lo que aportaba el Gobierno, en este momento no lo son, entonces resulta muy difícil cuando los más afectados son los más vulnerables”, advirtió García en un reportaje a la radio L12.
El obispo de las barriadas pobres matanceras reveló que “desde diciembre hemos recibido una merma en la cantidad de alimentos, justamente en esta situación de ajuste, ha aumentado la cantidad de gente en los comedores. Más la gente que no cobra el Potenciar (un subsidio al trabajador sin empleo registrado) provocó una crisis. A veces hablamos de números, pero no estamos viendo a las personas. Es muy fácil sacar un subsidio, pero qué costo social trae eso: más pibes en la calle, más violencia, más estar buscando desde lugares no lícitos para llevar el pan a la mesa. Es una situación muy difícil que no se arregla sin estar en el terreno”, concluyó monseñor García en el reportaje radial.
Otro de los distritos del conurbano bonaerense, al oeste, con numerosas villas, la más conocida Carlos Gardel, vive y pastorea el obispo de la diócesis de Morón, Jorge Vázquez, también se expresó al respecto: “Nuestra preocupación es grande. La problemática de la falta de alimentos para los comedores es evidente. Igual la clave es el trabajo. No el bolsón de alimentos. No se escucha hablar de producción, industria, trabajo. Porque acá sin trabajo habrá más hambre. Ahora la palabra trabajo parece estar borrado del diccionario”.
El reclamo a lo largo y a la ancho del país
Otros religiosos, en diversas zonas de la extensa Argentina coincidieron con los obispos. El sacerdote Alberto Barros, miembro de Cáritas en la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones expresó en radio Santa María de las Misiones, que comparte “plenamente el pedido que ha hecho el obispo Oscar Ojea” y recordó que los obispos argentinos también lo han remarcado en el último documento firmado el 19 de abril, donde entre tantas cosas denuncian la carencia de alimentos en los comedores, lo cual es gravísimo en un momento de profunda crisis socioeconómica”.
Barros, como vicepresidente de Cáritas Posadas, describió un panorama crítico: “Hay miles de comedores en Argentina. Cáritas tiene algunos; pero en porcentaje es un número mínimo comparado con la cantidad de comedores que tienen organizaciones barriales, no gubernamentales y movimientos sociales. Todo eso se cortó desde diciembre. No hubo más envío de mercadería a los comedores. Es increíble y realmente indignante que se esté negando el alimento. Expresa una insensibilidad enorme que, como dice el obispo Ojea, llama la atención y preocupa profundamente. La emergencia alimentaria la estamos viviendo”.
En la provincia de Santa Fe, más precisamente la ciudad de Rosario, con más de un millón de habitantes, el párroco Fabián Monte, vicepresidente de Cáritas Rosario, señaló que “hay un aumento de las personas que se acercan a solicitar ayuda. Esto no empezó ahora, pero se agudizó en los últimos meses y estimamos que el aumento de la demanda ronda el 30%”, evaluó.
“Notamos muchas personas solicitando alimentos y, con la llegada del invierno, también se necesitan frazadas y abrigos. A veces se nos acercan vecinos, pero no nos alcanza ni para distribuir entre las parroquias, difícilmente podamos extender esa ayuda”, informó Monte al diario Rosario/12.
Desde la Arquidiócesis de Rosario –que contempla a cinco departamentos del sur provincial– estiman que se reparten 16 mil módulos alimentarios a partir de distintos programas y convenios, que sumado a los refuerzos que realiza cada parroquia en particular, se extienden a 25 mil módulos alimentarios.
El aporte del Gobierno nacional, que consistía en un cargamento mensual de mercaderías, no lo reciben desde diciembre. “Se cortó, no hemos recibido más nada de alimentos”, afirmó Monte y agregó: “Las parroquias nos las rebuscamos para poder darle a más personas de lo que se puede con estos programas”.
El próximo 8 de junio Cáritas Nacional Argentina inicia la colecta anual, donde se busca recaudar fondos para sostener la estructura de la organización y las actividades que van más allá de lo alimentario.
Otro párroco rosarino, Jorge Aloi, de la iglesia Santa Agripina, dijo a Rosario/12 que en su zona “como tantas otras de la ciudad, padece las consecuencias de las políticas económicas y la falta de asistencia y oportunidades”, y describió como están viviendo: “Lo que uno percibe en este tiempo es que la gente vuelva a tener el tema del alimento como su prioridad. Si bien siempre fue un problema, hace algunos años se llegaba a cubrir y se podía destinar el poco dinero que conseguían a mejorar otros asuntos, como la vivienda. Pero hoy vuelve a ser prioritario comer todos los días”.
Por eso, Aloi cree que “es un despropósito dejar que se pierdan alimentos que tienen fechas de vencimiento” y comparte la opinión de los obispos: “que la Iglesia levanta su voz para tratar de hacer reaccionar y pedir que se tome conciencia”.
Y reflexionó: “La indiferencia y el desprecio por el pobre se ha hecho algo común en la sociedad. Hay una mirada descalificadora y llena de prejuicios sobre la realidad que vive la gente”.
Claudia Limardo, laica responsable de Cáritas diócesis de San Martín (que incluye el partido bonaerense de Tres de Febrero), describió que se atraviesa una “situación dolorosa. Desde diciembre no recibimos nada. No llegamos con la misma intensidad de antes. Tenemos 31 comedores parroquiales y otros que sostenemos en barrios populares. Nos estamos apoyando en el Banco de Alimentos. Al tener exceso de mercadería por vencer nos proveen”.