El cardenal cuartetero “teje” con las organizaciones sociales y los sindicatos

Ángel Rossi, líder de la iglesia cordobesa, construye unidad para enfrentar las injusticias sociales y al narcotráfico. Avanza en un pacto.

Por Lucas Schaerer

El cardenal cuartetero "teje" con las organizaciones sociales y los sindicatos

En el camino de San Bochero, el mítico cura de poncho y mula de traslasierras, va el cardenal cuartetero del Papa. Ángel Sixto Rossi, de 65 años, “teje” con las organizaciones sociales y los gremios un frente para combatir al narcotráfico, el hambre, la pobreza y las injusticias sociales.

“Nadie quiere ser pobre y nosotras estamos desbordadas. Cada vez vienen más a pedir de comer y muchas veces respondemos que ni rascando la olla podemos dar comida. Que muchas veces es guiso aguado. Hasta ponemos dinero de nuestros bolsillos. Porque nosotras no queremos que nuestros hijos y nietos vendan drogas para poder comer. Porque el narco-Estado ya está instalado”, dijo entre lágrimas Beatriz Silvera, una doña de un barrio popular cordobés que llevaba un buzo de la organización social.

A un metro de distancia la escuchaba estupefacto el arzobispo cordobés, que algunos conocen por su apodo “Ballin”, quien desde que asumió la conducción de la iglesia cordobesa, en 2021, se pone en salida para escuchar y ver al pueblo, equilibrando con su comprometida vida a la oración, la eucaristía y el evangelio.

“En la pandemia nos decían ‘buenas’ y nos palmeaban las espaldas. Ahora nos acusan y nos quitaron el Potenciar Trabajo, como si alguien pudiera vivir con 78 mil pesos al mes, cuando sólo desde La Poderosa repartimos cinco mil raciones todos los días sin ayuda del Estado Nacional”, agregó la doña del barrio Yapeyú. “No alcanza y cada vez llegan más necesitados. Pero quién piensa en nosotras, en nuestra salud mental, que todos los días nos vamos a dormir pensando de donde vamos a sacar para dar de comer. Que debemos lidiar con nuestra propia familia. A nuestros nietos e hijos les llevamos tupper. No somos políticas. Somos vecinas de barrio. Que nacimos siendo pobres, de madres y abuelas pobres”, cerró la mujer de anteojos y riñonera al hombro.

Antes de irse del encuentro ecuménico y social llamado “Paz, pan, tierra, techo y trabajo”, el cardenal cuartetero se acerca a Beatriz para abrazarla. “Gracias, gracias por todo lo que hacen”, le dice Rossi a la doña, luego del abrazo lo miró a los ojos entre lágrimas y le acaricia la cara como a un chico. Había un cura a su lado, Mario Otonnello, a quien le pidió el cardenal y arzobispo estar en contacto con Beatriz.

Para Rossi, el de esa mujer es el testimonio que más lo impactó de la jornada que inició en la mañana del sábado 21 de julio, en el primer piso del Cabildo (al lado de la Catedral), que convocó el colectivo “Común Unión” incluyendo a otros referentes religioso, entre ellos el pastor anglicano Esteban Gómez, como a sindicatos de CGT y CTA y organizaciones sociales.

“No es la primera vez que hacemos estos encuentros. Hicimos dos antes”, contestó el jerarca eclesial a este medio.

“Este es un espacio lindo, particular y necesario. Entre todos, juntos, es tiempo para soñar y hacer. Ver claro, elegir bien y actuar en consecuencia. Soñemos juntos a un futuro mejor”, inició su prédica el cardenal en un salón repleto pese al frío y la llovizna.

“El papa Francisco, quien me inspiró, nos pide soñar en grande, comprometernos en lo pequeño, un imperativo a soñar juntos. Elegir y actuar. El mundo se ve más claro desde la periferia, desde el sufrimiento, la exclusión, no en abstracto a lo concreto, aquí y en el resto del mundo. Cambiar la indiferencia, porque esta indiferencia bloquea la capacidad de discernir lo que nuestro corazón ve, salir de la cultura del abuso a la cultura del cuidado con humildad, apertura y ante las urgencias no estar tranquilos, la realidad es una bofetada, para emprender con coraje caminos nuevos ya que no podemos dejar las cosas como están. Ser amigos de los pobres y conocer su misteriosa sabiduría que nos enseñanza esperanza y valentía”, expresó.

El líder religioso también habló a la militancia social, sindical y política que “debemos ver, elegir y actuar. Es tiempo de ‘pispear’ qué tenemos que hacer, el mayor servicio a los demás, y cómo lo tenemos que hacer. Al hacer este análisis de la realidad se debe tener la sabiduría en las acciones y actuar con creatividad, con inventiva, no quedándonos quietos. A través de un diálogo constante. Dejándonos iluminar a otros. Compartir en esta sinodalidad, que viene del sínodo, caminar juntos. Crear una sinfonía que articule las particularidades de cada uno, cada cual su sonido y juntos. Oídos de vigías, escucha atenta, y no mirada de astronautas. Descentrarse y aprender. La realidad nos exige compromiso y también pasión, y soñar juntos. Ver claro, elegir bien y actuar en consecuencia. Poner pasión en la primera línea, donde se libran las batallas, vayan, salgan, hagan lío, nos dice Francisco que nos prefiere heridos por salir que enfermos por cuidarse encerrados. Quitarse las pantuflas de la comodidad por las sandalias del peregrino. Soñemos juntos cosas buenas. Un sueño colectivo. Ustedes son aliviadores del dolor. Eso es muy digno. Por eso corresponde que la iglesia esté aquí. Todo el apoyo y que Dios los bendiga”.

Sergio Job, miembro de Trabajadores Unidos por la Tierra, formado filosófica y moralmente en la iglesia por la congregación de los salesianos, pero que en la década de los noventa se alejó de la fe para volcarse a la militancia. Desde allí Job forma parte de Común Unión, la herramienta que Rossi apoya para poner en práctica la cultura del encuentro, eje central del magisterio del Papa Francisco. “A las dos semanas de asumir Rossi vino al campo, a un encuentro de trabajadores. No lo esperábamos. No sorprendió. Se quedó toda la jornada”, contó Job a este cronista.

Hace un año atrás, más precisamente el domingo 9 de julio de 2023, el pontífice argentino en el habitual ángelus, anunciaba que iba a entregar el título honorífico de cardenal al jesuita Rossi, a otro cordobés pero que se llevó al Vaticano, Manuel Víctor “Tucho” Fernandéz, y al obstinado confesor del Santuario de Pompeya en la Ciudad de Buenos Aires, el fraile Luis Dri.

Elegir que uno de sus máximos colaboradores para la iglesia universal sea un cordobés y de su espiritualidad no es menor. Bergoglio a “Ballin” lo conoce desde que se formaba como jesuita en el Colegio Máximo del partido de San Miguel, en provincia de Buenos Aires. En esa época, década del setenta, lo envió con otro cura en formación, actual obispo auxiliar de Córdoba, a crear de un día para otro un comedor en un barrio pobre. En la década del noventa Rossi, rector de la iglesia El Salvador, junto a la universidad, fundó “El Hogar San José” para los sin techo de esa zona del centro porteño. Esa misericordia con el excluido lo llevó a crear la fundación “Manos Abiertas”, dedicada a la caridad con los más pobres, y extendida a diez ciudades de Argentina.

“Rossi siempre se ocupó de asistir a los pobres ahora está uniendo a quienes luchamos por los derechos”, dijo Luis “Vittin” Baronetto, un sabio militante de derechos humanos quien agregó una cita del obispo cordobés y beato, Enrique Angelelli, “quien decía que los pobres y los jóvenes son profetas de una sociedad que debe cambiar. Para mí los adictos nos están diciendo que debemos cambiar. Ellos son los profetas de hoy”.

También en el encuentro tomó la palabra uno de los secretarios generales de la CGT local, el joven del sindicato de judiciales, Federico Cortelletti, quien brindó el apoyo a las cooperativas, comedores y a la iglesia.

Se entremezclaban los testimonios de mujeres venidas de los recicladores conocidos como cartoneros, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), el Movimiento Evita, presente estaba la secretaria general de UPCN, Leticia Medina; el secretario general de los Ladrilleros, Leandro Vallejos; también la ex concejal de Malvinas Argentinas, referente de la Asamblea que frenó la planta más grande de Monsanto y catequista, Vanesa Sartori; como de la Organización de Inmigrantes Andinos de Córdoba, y uno de los que tomó el micrófono Marco Galán, del Movimiento Carlos Múgica, unió fe y política: “caminemos juntos con la fe y la práctica social, que esto vaya de la mano, no separado”

Se terminaron de bendecir las herramientas de trabajo y se convocó a un almuerzo en el salón de la Catedral. Al salir del Cabildo, en la vereda, debajo de las arcadas, una “ranchada” de hombres y jóvenes comparten un “fernandito”, un fernet a bajo costo. El cura villero, Pablo Viola, miró asombrado y largó: “esto no se veía. Es nuevo”. Mientras el cura decía esto pasó un adolescente, muy sucio, agarrándose con la mano los pantalones de jeans para no quedar desnudo en público.

Fuente: C5N