Cada 31 de diciembre en la capital de La Rioja se vive la ceremonia más importante de religiosidad popular que recuerda el alzamiento diaguita contra los españoles durante 1593. Hablamos con Hebe Estrabou, directora del documental “Tinkunaco: una historia en busca de su origen” para conocer cómo se vive la celebración en la actualidad
El Tinkunaco es la fiesta popular y religiosa más importante de la provincia de La Rioja. Se celebra hace más de 400 años entre el 22 de diciembre y el 3 de enero. En ella confluyen raíces andinas e hispánicas que se fueron resignificando a lo largo de la historia.
Durante el Tinkunaco se conmemora un pacto de paz que sucedió en las Pascuas de 1593 entre los conquistadores españoles y los diaguitas que habitaban La Rioja. Medio siglo más tarde de aquel episodio, fueron los jesuitas quienes retomaron esta historia como parte de su práctica evangelizadora y dieron origen a la celebración.
El alzamiento diaguita
(Primer Tinkunaco (versión tradicional) Oleo S/Tela de Ernesto Palacios)
Lo que se conoce en la actualidad como La Rioja, en 1591 estaba habitado por el pueblo diaguita, quienes fueron despojados de sus libertades y convertidos en mano de obra esclava cuando el conquistador español Juan Ramírez de Velazco funda la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja el 20 de mayo de 1591.
Los conquistadres, además, buscaron eliminar la cultura diaguita y su sistema organización política, por tal motivo impusieron nuevas autoridades y edificaron un fuerte en el territorio diaguita.
Los indígenas resistieron durante dos años hasta que el jueves santo de 1593, decidieron levantarse y atacar la ciudad. Cuando se disponen a atacar en las puertas del fuerte español, el Fray Francisco Solano se presenta en el lugar, predica a todos en una lengua única y logra controlar el ataque. La única fuente histórica documental existente es el relato de Manuel Núñez de Almeida, escribiente de la colonia, quien relata que gracias las palabras de Francisco Solano se logró sellar un pacto de paz que culminó con el bautismo de nueve mil indígenas.
Crédito: Secretaría de Comunicación y Planificación Pública – Gobierno de la Provincia de La Rioja
El niño Jesús alcalde
Los jesuitas
“El Tinkunaco es una celebración de origen histórico–político ya que está basado en el alzamiento indígena de 1593 y su posterior rendición ante los españoles. Años más tarde la orden jesuita toma los elementos del hecho ocurrido y lo convierte en una ceremonia religiosa, porque fue tan impactante, que había quedado latente en la memoria colectiva de los habitantes. Es por eso que entre los elementos rituales que forman parte de este culto se observan los hispánicos y los indígenas conviviendo “naturalmente”. Este era el modo evangelizador Jesuita, tomar símbolos de la cultura originaria y transformarlos a símbolos de ritual católico, de este modo no era tan brutal el cambio como en las otras órdenes. Estamos hablando del origen mismo de la conquista de La Rioja que se convierte en una celebración de fe tal cual la conocemos hoy. Es por esto que es tan imbricada y tan apasionante desde el aspecto que lo mires.”, cuenta Hebe Estrabou, directora de “Tinkunaco: una historia en busca de su origen”
Fueron estos misioneros quienes propusieron una imagen de un Niño Jesús, de aproximadamente ocho años, vestido como alcalde español, pero con ciertos atributos andinos para traducir a los nativos la autoridad de Cristo, y dieron origen a la celebración religiosa en la que conviven rituales hispánicos e indígenas.
El teólogo Cristian Nieto cuenta que el Tinkunaco puede ser considerado como una fiesta sincrética de origen jesuítico que se vincula con una forma muy particular de evangelizar que ellos tenían, a través del teatro.
“Los jesuitas realizaban teatralizaciones públicas donde los destinatarios recibían la doctrina a partir de una puesta en escena. De modo similar al de las fiestas populares españolas: cofradías, cantos, procesiones, acciones litúrgicas. Este guión, casi sin mayores cambios, perdura hasta hoy”, cuenta Nieto.
¿Y qué queda de esas celebraciones originales?
Estrabou cuenta que con el tiempo se fueron perdiendo muchos significados. La cuestión simbólica, sobre todo la indígena, de aquel tiempo fue perdiendo su valor, a diferencia del predominio de lo religioso que se fortaleció a lo largo del tiempo y que hoy prevalece.
“La Rioja cambió mucho desde 1593 hasta acá, y por lo tanto la idiosincrasia, las creencias, la gente, la ciudad, la tecnología no es la misma. Siguen intactos la fe, algunos rituales, los atuendos, el canto en quichua, y las cofradías, que son organizaciones de laicos, encargados de resguardar la ceremonia. La cofradías de Aillis representa a los indígenas y la de los alféreces, a los españoles. Ellos conservan y protegen la tradición, hasta me atrevería a decir que sin estas organizaciones ya se hubiera perdido el Tinkunaco”, cuenta Hebe.
El nombre Tinkunaco, que en la lengua quichua significa “encuentro”, se le asigna recién a principios del siglo XX durante el obispado de Monseñor Enrique Angelelli, quien popularizó esta ceremonia, dotándola de nuevos sentidos para las y los riojanos.
La ceremonia del 31
Crédito: Secretaría de Comunicación y Planificación Pública – Gobierno de la Provincia de La Rioja
El Tinkunaco tiene como protagonistas a las imágenes del Niño Jesús Alcalde, de San Nicolás de Bari, San Francisco Solano, de las cofradías de los Aillis, de los Alféreces, y al pueblo riojano.
El 31 de diciembre sale en procesión desde la Iglesia San Francisco de Asís, la imagen del Niño Jesús Alcalde, acompañada por los Aillis. Los párrocos de la orden franciscana que acompañan con la imagen de San Francisco Solano, seguidos por el Intendente, sus secretarios, los 12 aspirantes de la cofradía de los Alféreces y los promesantes del Niño Jesús.
Desde la Iglesia Catedral sale San Nicolás de Bari, llevado en andas por los promesantes, el Alférez mayor, los dos guías, el obispo y la plana jerárquica de todas las Iglesias de la ciudad, quienes acompañan la imagen.
Crédito: Secretaría de Comunicación y Planificación Pública – Gobierno de la Provincia de La Rioja
A las 12 del mediodía, en plena ebullición del calor riojano, se produce “el encuentro” entre las dos imágenes en el centro de la plaza 25 de Mayo, frente a la Casa de Gobierno donde los espera el gobernador y demás autoridades civiles junto a miles de promesantes, fieles, vecinos y espectadores. Al finalizar la ceremonia San Nicolás de Bari y el Niño Jesús Alcalde son trasladados a la iglesia Catedral donde permanecen hasta el 3 de enero.
Al día siguiente por la noche se celebra la procesión de San Nicolás de Bari, donde participan miles de fieles. Durante los días de ceremonia, suenan las cajas chayeras y como un mantra se repiten los cantos en quechua destinados al Niño Jesús Alcalde.
Para la cineasta y directora de documental El Tinkunaco, Hebe Estrabou, la historia del Tinkunaco es fascinante, no solo como hecho histórico sino por las aristas culturales, etnológicas, ideológicas, políticas, religiosas y sociales que la nutren.
Crédito: Secretaría de Comunicación y Planificación Pública – Gobierno de la Provincia de La Rioja
“El Tinkunaco presenta raíces andinas e hispanas cargadas de simbolismos y de nuevos significados que se fueron incorporando o desapareciendo a lo largo de la historia. Estos símbolos cambian o se transforman según los periodos políticos, históricos o religiosos”, cuenta.
En 1880, el clero no participaba de la ceremonia e incluso intentó suprimirla en más de una oportunidad, pero las manifestaciones populares lo evitaron. A principios de 1900 la iglesia decidió ser parte de esa fiesta popular imposible de prohibir.
Crédito: Secretaría de Comunicación y Planificación Pública – Gobierno de la Provincia de La Rioja
Con el paso de tiempo, la tradición se resignificó y se fue adaptando al contexto actual. Para Nieto, el Tinkunaco del siglo XVII tuvo que ver con una necesidad de encontrar respuestas a los conflictos que se originaba entre españoles y diaguitas, de esta manera indujeron, de manera pacífica, a que el indígena comprenda cuál es el lugar que debía ocupar dentro de esa nueva sociedad que le impusieron los conquistadores. Pero en la actualidad el Tinkunaco guarda un mensaje distinto y es el que lleva la impronta del obispo Angelelli.
“Angelelli decía que en cada Tinkunaco manifestamos lo que hemos vivido como pueblo y lo que aún nos falta. También es una manera que tiene el pueblo de presentase ante las autoridades y decirles: aquí estamos, esto es lo que queremos, esto es lo que somos, venimos a decirles que el pueblo quiere ser gobernado bajo los preceptos de solidaridad y amor que pregona el evangelio”, cierra Nieto.
Crédito: Secretaría de Comunicación y Planificación Pública – Gobierno de la Provincia de La Rioja
Las cofradías
Los jesuitas conformaron cofradías para lograr nuclear a un grupo de personas y adoctrinarlos en la fe y el civismo. Desde entonces perviven dos de ellas que sostienen la tradición. Hebe Estrabou los describe de esta manera:
La Cofradía de los Aillis representa a los diaguitas, está integrada por devotos y promesantes del Niño Jesús Alcalde. Su nombre Aillis expresión del mundo andino, deriva del cacán, qué significa hombres buenos que acompañan al Inca.
La Cofradía de los alféreces representan a los españoles y está integrada por devotos y promesantes de San Nicolás de Bari, la palabra Alfer significa hombre de a caballo, militar que enarbola su bandera de guerra en la conquista del suelo americano.
(Cofradía de los Allis sostiene un puente donde cada círculo representa una promesa cumplida)
(Miembros de la Cofradía de los Allis y de la Cofradía de los Alferes se inclinan ante la imagen del Niño Jesús Alcalde)
El Documental
(Hebe Estrabou)
En 2018 se estrenó “Tinkunaco: una historia en busca de su origen”. La pieza, a partir de una mirada histórica y reflexiva que se aleja de la estrictamente religiosa, indaga sin prejuicios en el significado de la celebración, para guiar al espectador a partir de simbologia y experiencias en primera persona de los cultores del ritual. Hablamos con su directora, para conocer sus sensaciones al adentrarse en este universo.
¿Recordas qué fue lo que te llamó la atención la primera vez que participaste de un Tinkunaco?
Si, al tinkunaco voy desde muy pequeña acompañada por mi papá que nos llevaba cada año, sin importar los 40º grados que acompañan a la ceremonia principal. Y siempre me llamó la atención el uso simbólico de los elementos que llevaban. Ver a las cofradías cumpliendo al pie de la letra su guion, los estandartes bailando al paso de los santos y el atuendo que la gente viste para asistir a la ceremonia, la devoción con que miran pasar a su santo San Nicolás y el niño Alcalde, como lo tocan, porque esos días el santo baja al atrio y está muy cerca de su pueblo, es muy conmovedor ver a tanta gente que viene de tantos lados para vivenciar ese momento.
Y ahora, después de la investigación, del documental ¿qué aspectos descubriste?
Realizar la investigación fue un proceso largo, porque solo tenía los 14 días de ceremonia. Año a año debía buscar a quienes serían mis informantes. Sobre todo los integrantes de las cofradías, porque ellos, luego de la ceremonia vuelven a su vida cotidiana y se pierden entre la gente común y corriente.
Así que hablar con ellos, conocer el universo ideológico en el que se mueven, es totalmente diferente a lo que uno observa desde afuera y eso me atrapó mucho más.
La investigación que hice para realizar el documental se concretó más en el hecho histórico sucedido en 1593, por eso participan varios historiadores que han hecho sus estudios sobre el Tinkunaco; con la intención de volver a retomar el cómo surge, y la fui atravesando con lo que pasa con la ceremonia en la actualidad. Angelelli, cuando fue Obispo de La Rioja, produjo cambios muy importantes, como por ejemplo que los Ailis -como representantes de los indígenas- no queden relegados fuera de la iglesia, sino que sean uno de los protagonistas principales de toda la ceremonia. Esto fue muy positivo para reivindicar las características indigenas que todavía tenemos como pueblo.
¿Qué es lo particular de tu abordaje, de tu mirada acerca del Tinkunaco?
El documental no aborda lo religioso, no quería tomarlo, porque en eso seguro que la gente que participa conoce más, pero si quería develar de donde viene cada uno de los elementos, eso fue en particular lo que mas me interesaba y que por ahí ahora esto está muy desdibujado entre los promesantes. Mi prioridad fue echar luz sobre la verdad histórica.
¿Cuál es la importancia social de contar estas historias?
Creo que lo más importante es no perder la memoria. O mejor dicho recuperar la memoria. Una ceremonia que tiene más de 400 años de historia, imagínate cuanta información ha ido quedando en el camino o se ha ido modificando según las versiones orales, editoriales de la iglesia o los medios. Así que creo que volver a poner el foco en lo histórico, permite tomar una distancia con lo emocional y tomar una nueva conciencia de por qué sigue vigente. Recuperando su valor patrimonial intangible.