Mauricio Silva fue un sacerdote y barrendero que brindaba misa en los basurales y acompañaba a los barrenderos en la lucha sindical. Fue secuestrado por la dictadura militar por su compromiso social.
Esta tarde en Plaza Constitución se realizó una misa por el día del barrendero donde se recordó a los trabajadores del gremio desaparecidos en la última dictadura cívico-militar, entre los que se encontraban el sacerdote Mauricio Silva.
Una gran multitud se hizo presente en la ceremonia religiosa, entre las que se destacó la figura de la Diputada Nacional y referenta del Movimiento Evita, Patricia “Colo” Cubría.
Durante la jornada se hizo mención a la gran labor comunitaria realizada por Silva durante el tiempo que desarrollo su oficio sacerdotal.
La epístola del Apóstol Pablo que hace referencia a realizar todo con amor, representada en 1 Corintios 13, fue el mensaje emitido para resumir la vida de Mauricio Silva, “El Barrendero”.
La vocación de Silva era el espíritu de Jesús representado en las escrituras, el don de servicio, el ir en busca de los últimos de la fila, de aquellos olvidados para tenderles una mano y ayudarlos a afrontar el camino de la vida. Así, el sacerdote encontró en los barrenderos la posibilidad de poner en práctica aquello que las sagradas escrituras expresan, el amor por sobre todas las cosas.
Ese don de servicio y su arduo acompañamiento en la lucha sindical a los trabajadores barrederos lo convirtieron en una amenaza para el intendente de facto de la Ciudad, Osvaldo Cacciatore.
Previo a la desaparición de Silva, los llamados grupos de tarea primero desaparecieron a dos hombres claves de la organización de los barrenderos con el objetivo claro de suprimirla. El 5 de mayo de 1977 secuestraron y desaparecieron al delegado de los chóferes de camiones, Néstor Sanmartino, y al otro día al secretario general de los barrenderos, Julio Goitia.
Luego de un mes de aquellas desapariciones, el 14 de junio de 1977 secuestraron al sacerdote Silva mientras barría las calles de Margariño Cervantes y Terrero.
Desde entonces se convirtió en un mártir, aún no oficialmente reconocido, de la iglesia católica y un referente de los trabajadores barrenderos en su ardua lucha por obtención de derechos para el sector.
En 2014 el Senado de la Nación aprobó una ley que instituye el 14 de junio de cada año como el Día Nacional del Barrendero y la Barrendera. Dicha iniciativa se presentó con el objetivo de homenajear a los barrenderos que cada día realizan una tarea abnegada que no es siempre bien valorada y a su vez reconocer en Mauricio Silva a todos los trabajadores que, de acuerdo con el informe de la CONADEP, fueron el blanco favorito de la dictadura militar.