El santuario más representativo para los trabajadores en Argentina, San Cayetano, fue elegido por el obispo de las villas para predicar a los sindicatos y distribuir gratuitamente la encíclica Fratelli Tutti.
POR LUCAS SCHAERER
Dios hecho hombre nació en una familia pobre y trabajadora. Jesús era llamado el hijo del carpintero. Luego, en su adultez, encontró trabajando a sus primeros discípulos. La cita bíblica de este domingo 1 de mayo fue su tercera presencia, tras la resurrección, frente a sus apóstoles que estaban dedicados a su oficio, la pesca.
Este 1º de Mayo, en el Día Internacional de los Trabajadores, fue en el microcentro porteño que las organizaciones de la economía popular o de la izquierda realizaron actos reivindicativos. Mientras que en la otra punta de la ciudad, en el barrio de Liniers, el obispo para las villas, Gustavo Carrara (nuevamente párroco de la iglesia María Madre del Pueblo, en la villa del Bajo Flores) eligió el santuario más representativo de los laburantes en Argentina.
San Cayetano, el patrono del pan y el trabajo, representa el mayor espacio de fe para los pobres y trabajadores que claman por un empleo y la dignificación del trabajo.
“Bendijo sus manos y sus elementos de trabajo”, predicó Carrara con sus brazos en alto y los feligreses en igual posición. Entre ellos, hubo una comitiva de la Juventud del Sindicato de Comercio, acompañados por Sergio Ortiz y Sabrina Paredes, que habían sido convocados por Factor Francisco, el grupo de laicos conocido como los “Warhol del Papa” por su estilo arte-pop. Ellos se encargaron de distribuir gratis algunos ejemplares de la encíclica Fratelli Tutti (Hermanos Todos).
La reivindicación del evangelio centrado en los trabajadores, en la historia de la iglesia junto a quien se gana su sustento y la larga predica de los Pontífices en defensa del mundo del trabajo, fue largamente considerada por el primer monseñor villero de la Ciudad de Buenos Aires elegido por Francisco a fines de 2017.
Las ofrendas de la misa por los trabajadores fueron decenas de ejemplares del periódico de Factor Francisco, presentado en el altar por Néstor Borri y Santiago Barassi. “El Samaritano es un concepto resaltado por el Papa argentino en su última encíclica. Este modelo bíblico es clave para que superemos la crisis porque combina fuerza y ternura. Como hizo San José obrero y como los hacen los trabajadores para sostener la patria todos los días”, sostuvo uno de los Warhol del Papa.
Entre los feligreses estuvo Juan Carr, fundador de Red Solidaria. También asistió el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Esteban “Gringo” Castro, quien no llegó a cruzarse con el obispo villero porque debió ir a cerrar el multitudinario acto en la Avenida 9 de Julio.
Gestos de fraternidad se cruzaron en la misa. Por un lado, Factor Francisco se llevó una imagen de San Cayetano para su sede Centro Nueva Tierra en el barrio porteño de San Telmo. Por otro lado, Daniel Mayorano, delegado del Sindicato de Comercio, regaló al obispo villero un ejemplar de su libro “Las raíces de Laudato Sí”, que será presentado este miércoles 4 de mayo, a las 18.30 en la Feria Internacional del Libro. En ese momento los jóvenes sindicales rodearon al religioso para la foto del recuerdo y le pidieron grabar una bendición para todo el gremio.
El religioso de 47 años, nacido en Lugano e hincha de Boca Juniors explicó a Télam que la misa tuvo como eje la valorización de los trabajadores, “porque ellos son el sustento de su familia y propio, además le ponen el hombro a la patria y la sacan adelante. En momentos de crisis tan agudas esto no es poco y debemos bendecirlo”.
El obispo auxiliar para las villas del cardenal primado y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, recordó que conoció a la Juventud del Sindicato de Comercio en un momento de extrema crisis como fue el confinamiento por la pandemia del coronavirus. “Por unos amigos en común llegaron un día a reunirse conmigo en el Bajo Flores y me propusieron una entrega importantísima de toneladas de alimentos para ser distribuidos en nuestros barrios populares”. La mercadería, más de dos toneladas de alimentos obtenidas por la juventud de distintos gremios de la CGT, fue entregada en la sede de Cáritas. Luego, los jóvenes de Comercio siguieron colaborando con la iglesia en las periferias y entregaron computadoras a la parroquia Villa Itatí, a través del cura villero Joaquín Giangreco, de la localidad de Villa Trujui, Moreno.
Los jóvenes del Sindicato de Comercio no sólo practican la caridad, también se forman bajo la guía del Santo Padre. Esto lo concretan con un espacio de lectura y reflexión de la encíclica papal eco-social, Laudato Sí, donde han podido discernir cómo la cultura del descarte, sin sensibilidad social ni cuidado del ambiente, provoca que en los supermercados, por ejemplo, la mercadería sea desechada sin compasión alguna, olvidando que para podría ser destinada a los excluidos. Muchas empresas prefieren desechar comida, ropa y computadoras que tener un gesto de humanidad para quienes luego toman su sustento diario de los tachos en la calle o en los basurales.
Para concluir el diálogo con este cronista Gustavo Carrara dejó una invitación a modo de consejo. “Ustedes los periodistas deberían leer el capítulo primero de Fratelli Tutti, titulado ‘las sombras de un mundo cerrado’”.
En el punto 42, Hermanos Todos, la última encíclica del Sucesor de Pedro, se titula “la ilusión de la comunicación”. Allí el primer Papa jesuita y latinoamericano hace mella en la comunicación digital de los individuos, sobre todo las redes sociales y los medios de comunicación digitales. Dejó escrito que “pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténtica. Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de la comunicación humana. Las relaciones digitales, que eximen del laborioso cultivo de una amistad, de una reciprocidad estable, e incluso de un consenso que madura con el tiempo, tienen apariencia de sociabilidad. No construyen un verdaderamente un ‘nosotros’ sino que suelen disimular y amplificar el mismo individualismo que se empresa en la xenofobia y en el desprecio a los débiles. La conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad”.
Fuente: Telam