Así defino la política económica de este Gobierno, sin contacto con la realidad, ya que se rige por criterios y consecuentes aplicaciones no sólo distantes de la realidad, sino falsos, imaginarios, y engañosos.
Por P. Mario Bússolo
Este modelo nos lleva a un desastre social que, por el momento, no tiene oposición clara y contundente, ninguna opción organizada que detenga la porfía neoliberal que ataca a la población más vulnerable del país.
Pero además hay otras constataciones de este proceso desagradable e inhumano como la distancia cada vez mayor entre la clase política y el pueblo. Así es, los dirigentes no tienen contacto alguno con la gente. El mismo presidente, en estos meses de gestión, no ha mostrado cercanía y sensibilidad alguna para con los más pobres y sectores sociales más desprotegidos.
No tiene diálogo ni escucha a sectores de la población que atraviesan este tiempo difícil. Las leyes tratadas por las cámaras de diputados y senadores se movilizan de acuerdo a intereses partidarios o empresariales que no consideran el hambre del pueblo, el cuidado de recursos naturales no renovables ni a las y los trabajadores de esta tierra Argentina, entre otras realidades preocupantes del momento actual. Si viven en otro mundo es por la sed de poder y privilegios con los que acostumbran vestirse sin vergüenza alguna. Es decir, al pueblo no lo representan.
Por otro lado, el mismo pueblo está cansado y desilusionado, a su agobio se suma un desinterés que es preocupante dado que el ejercicio de la militancia se ha aplacado en mucho/as, y muchos más sólo tienen tiempo para buscar los medios de subsistencia.
Las sumatorias de limitaciones que trae este despiadado ajuste en los ámbitos de la salud, el trabajo, el desarrollo productivo entre otros, debilita las fuerzas de las personas y acumula desesperanza. El “no alcanza” es una verdad que trae las consecuencias del deterioro físico y mental porque es difícil sostenerse en un presente infeliz.
La ausencia y abandono del Estado perjudica en primer lugar a los más indefensos de la población como son los enfermos oncológicos, las infancias, los adultos mayores, la gente sin tierra, techo y trabajo, entre otros. El informe de la ONU presentado en Ginebra en el mes de setiembre, por ejemplo, es duro y enfático. El grave cuestionamiento menciona “la reducción de partidas presupuestarias para la infancia, desinversión en salud y educación durante los últimos meses”, concretamente dice que “7 de cada 10 niños en la Argentina vive en la pobreza y el 14 % vive en la pobreza extrema, esto es escandaloso”, agrega. Se suma el dato del Indec constatando un 52,9 de pobreza en la argentina, más de la mitad de la población del país. Esto es un delito dada la gravedad y las consecuencias que trae. Una decisión perversa que no puede ser aceptada por nadie que mínimamente tenga algo de humanidad. Planificar y defender un plan económico que va en caída libre con estos efectos trágicos inmediatos no tiene cabida en ningún momento de la historia. Pero a la vista está que el capitalismo sigue siendo el genocida más respetado del mundo, como dijo el Che Guevara.
No puedo dejar pasar mi opinión sobre la desprolija y obtusa política exterior que este Gobierno tiene y que afecta a nivel interno también. Esta desinteligencia se reflejó en la intervención del presidente Milei en la Asamblea de las Naciones Unidas pocos días atrás al rechazar la agenda 2030 sobre el desarrollo sustentable contra el cambio climático, innovación, regulaciones a la inteligencia artificial y de la arquitectura multilateral. ¿Es que no hay acierto alguno al gobernar?
La resignación y el enojo de la gente habitan en un mismo plato, sin claridad y proyectos que ayuden a dar un giro en medio de la tormenta, por lo menos por ahora. Sostener los emprendimientos que existen que favorecen la vida y el desarrollo es de héroes; para crear nuevos, e incluso una alternativa política opuesta, se necesita de humildes y sabios, de generosos y atrevidos. Y también hacen falta juntada y diálogos abiertos, análisis críticos y caridad política.
Son imprescindibles los espacios de escucha y desahogo, de cuidados y contención, de mesas compartidas donde haya un “Nosotros” antes que un Yo. También de espiritualidades sanadoras y transformadoras de personas y realidades. Y aunque hay una grieta en cada cosa donde entra la luz, como dice el dicho no pasará mucho tiempo para que el pueblo mande.
También es tarea dar a conocer lo que los medios de comunicación ocultan y niegan, la impotencia de los mayores, el sufrimiento de los pobres, el hambre de las infancias, el abandono de los enfermos, la persecución a los pueblos originarios, la tristeza de los trabajadores, la desinversión a las universidades. Así también, anunciar y apoyar la terca lucha de los sin derechos, la solidaridad de los vecinos, la firmeza y trabajo de las mujeres en miles de formas y espacios, la música y el arte que grita libertad (no la que promueven estos libertarios y sus cómplices aliados), la educación popular, los pequeños emprendimientos de trabajo y desarrollo locales y regionales. Es nuestro compromiso.