El papa Francisco vuelve, pero antes: se va Mario Poli, Oscar Ojea en salida y un nuevo cardenal por Argentina

Jorge Bergoglio regresa a su Patria, pero antes se va el “Judas de Rivadavia 415”, cambia el titular la Conferencia Espiscopal Argentina y crece la expectativa por un nuevo cardenal argentino.

Iglesia en salida. Óscar Ojea, Jorge Bergoglio y Mario Poli.

Las hojas se marchitan. El pimpollo de la rosa está a la vista, pero no florece. Aún no llega la primavera papal en su patria. Seguimos en el invierno eclesial, sobre todo, en la diócesis porteña, corazón del poder en la Patria donde nació, se crío y formó el papa Francisco.

A Mario Aurelio Poli lo llaman “Judas” en la archidiócesis porteña, con sede central en la calle Rivadavia 415, frente a la pirámide de la Plaza de Mayo. El sucesor de Jorge Mario Bergoglio en el sillón del arzobispado y a su vez cardenal por Argentina, o sea elector en un futuro cónclave, fue el responsable de encerrar la luz de esperanza y la alegría del Evangelio, que desde hace diez años nos destella el Sucesor de Pedro convertido en faro de un humanismo del siglo XXI.

Poli se va con desprestigio interno y externo. Dejando una gélida fe en Buenos Aires y en una buena parte de la Iglesia nacional, por encarnar una pastoral liberal, sin construir una iglesia peregrina, en salida, que pone el corazón en las periferias territoriales y existenciales, escapando a las llagas de la humanidad que la Iglesia samaritana argentina pechea con propuestas concretas como las Tres C: Capilla, Colegio y Club, y que el Papa popularizó como las Tres T: Tierra, Techo y Trabajo.

Algunos dicen que “Mario es buen tipo”, pero nadie tiene argumentos para negar que padeció “el mal del sillón”, replicando el encumbrado clérigo un mal del individualismo, que opta por quedarse en la cómoda y desde allí, cuidando su propio interés, creyó tener un terreno firme. Pero muchos dicen, hizo agua por todos lados.

La fe liberal llevó a Poli a diversos escándalos. El más visible la turbia administración de los bienes eclesiales que provocó la intervención del Vaticano. El caso más resonante en la prensa fue la venta de un terreno donado en Puerto Madero para un colegio y que terminó en manos de empresarios privados para construir una estación de servicio. Un caso práctico de “Laudato No” en su máxima expresión, convirtiendo a la encíclica “Laudato Si” en papel mojado.

Otra de las llagas en el cuerpo de la madre Iglesia, en la poderosa archidiócesis de Buenos Aires, fue el incumplimiento a las normas pontificias antiabusos. El ejemplo más escandaloso fue el sacerdote Manuel Pascual, a quien Poli intentó proteger y terminó condenado en primera instancia (aunque van a apelar a Casación y ante la Corte Suprema) a 12 años de cárcel por abusar de monjas inclusive en el momento de la confesión o en la eucaristía. Tan conmocionantes son los testimonios de una veintena de mujeres consagradas a Dios, que el famoso sacerdote de la “teología del amor” intentó condicionar sus declaraciones por lo que terminó preso preventivamente durante tres años en el Penal de Ezeiza. Hoy está libre a la espera del fallo de la Cámara de Apelaciones.

“El Judas” en salida tampoco tuvo misericordia con los más pobres que militan y se organizan en los movimientos populares. Se negó a dar la bendición para quienes peregrinan cada 7 de agosto, desde el barrio de Liniers, a los pies del santuario San Cayetano, hacia el centro porteño para mostrar sus herramientas de trabajo y reclamar los derechos que aún se les niega. También se borró Mario Poli de las misas en Plaza Constitución que Bergoglio había iniciado en el 2008 junto a los cartoneros y costureros organizados en cooperativas, donde se denunciaba proféticamente la cultura del descarte, como la corrupción de todos los estamentos del Estado porteño y nacional que miran para otro lado con la esclavitud sexual en los prostíbulos o el padecimiento del sistema “camas calientes” que nutre a la prospera industria textil.

Otra estocada traicionera de Mario Poli fue el bloqueo al diálogo ecuménico. Se encargó de congelar una iniciativa pastoral que había iniciado en la década del noventa el Papa polaco, San Juan Pablo II, y que en ese sentido el entonces cardenal primado y arzobispo porteño, Antonio Quarracino, canalizó en Buenos Aires junto a Baruj Tenembaun. Fue Jorge Mario Bergoglio un fiel hombre de la iglesia al cultivar y agrandar el diálogo interreligioso.

Una de sus iniciativas más conocidas de Bergoglio en ese sentido fue dejar al evangelista experto en Biblia, Marcelo Figueroa, en la conducción del programa “Biblia diálogo vigente”, de la que participó junto al rabino Abraham Skorka. Al inicio de su gestión Mario Poli no tuvo mejor idea que desterrar al evangélico conductor del único programa de Canal 21 Orbe en obtener el premio Martín Fierro.

El sumun de la traición del adusto cardenal primado fue repeler a todos los políticos, excepto a uno, y justamente con el endeudador serial: Mauricio Macri. Se fotografiaban en el despacho del segundo piso del arzobispado porteño y siendo Presidente de la Nación no tuvo mejor idea que proponerle salir a bicicletear, durante una hora y media, en octubre del 2016, por la adoquinada ciudad de Roma. En ese momento Mario Poli quiso suavizar el recibimiento de 15 minutos que Su Santidad le brindó a Macri y que pasó a la historia por el rostro de Francisco con cara de pocos amigos.

El sillón de Rivadavia 415, segundo piso, está vacío en los hechos. Desde la renuncia de Mario Poli al cumplir 75 años sólo funciona en la formalidad de pocas celebraciones. Por debajo de él existe una red de sacerdotes liberales, también en otras diócesis, que entienden el Evangelio y el rol de la iglesia para las “élites”, económicas o ilustradas, no para la justicia social, no practican ni hablan de la Doctrina Social de la Iglesia que lleva nutriéndose más de 130 años, por siete Pontífices distintos, como aportes a la humanidad.

¿Quién será el sucesor de Mario Poli?

El sucesor de Poli está en boca y mente de muchos. El propio Francisco le dijo a un periodista de La Nación que tiene tres candidatos, pero que antes de designar a uno debe consultar internamente en el Vaticano. Los candidatos al arzobispado porteño vienen saliendo en algunos medios, pero “hacen vacío de poder” explicó a este periodista un hombre sabio de la Igles

Sí está claro que la elección del pastor que reconstruya la arquidiócesis de Buenos Aires lleva meses de discernimiento y que los vuelos de obispos argentinos a Roma crecieron este año. Uno de ellos con posibilidades, por su impronta de pastor en salida, su origen porteño y su formación de abogado, lo convierten en un outsider que cala perfecto para poner de pie espiritualmente a la metrópolis argenta. Sin embargo, él volvió feliz de Roma semas atrás porque Francisco aceptó que siga el proceso de la primavera papal en su actual diócesis, alejada de la ciudad portuaria.

No son muchos los obispos que quieren agarrar un distrito con el tallo repleto de espinas (de todo tipo) y a flor de piel. Encima, el pastor que visualiza Jorge Mario Bergolgio debe tener cualidades fuera de lo común: Mucha oración para frenar al maligno y las tentaciones, un estómago y mano de hierro para el combate, la ternura de un padre para el trato con sus curas y la comunidad, sobre todo los más pobres, la astucia para organizar el tiempo entre tantas demandas, la mansedumbre para ser líder y la energía de un joven para el andar callejero que evapore la helada eclesial en la diócesis que parió un Papa del periférico barrio de Flores. Un hombre que siempre vivió de las cosas del Cielo. Muy distinto a los que viven de arriba.

Se abre una nueva era en el papado de Francisco

La Era Francisco entró en otra fase. El tiempo maduró su gobernanza, que logró reformar la constitución vaticana, actualizar el derecho canónico, la primera conferencia eclesial de la historia (llamada CEAMA en la Amazonía), la primer Asamblea Eclesial de los obispos de un continente (quedó viejo el modelo de conferencias sólo episcopales, de obispos), y el próximo Sínodo sobre la Sinodalidad, que se prepara durante dos años de escucha donde tendrán un rol central las mujeres, con derecho a voto por primera vez, como los laicos. Todo esto se suma a la partida de Benedicto XVI a la casa del Señor.

De allí que el 2024, el año que el Papa señaló como su regreso a la Argentina, se produce en un marco interno de maduración, con un afianzado rol del Pontífice para los líderes políticos y religiosos, como la figura mundial más querida por los pueblos. Encima su regreso genera una expectativa mundial. No existe vuelvo papal donde no le pregunten cuando vuelve a su país. Quizás los argentinos no tenemos total dimensión que está a la vuelta de la esquina su regreso. Que de piso vendrán unos 6.000 periodistas de todo el mundo y estaremos en el foco de la prensa mundial, similar a lo que ocurrió meses atrás con la victoria del mundial de fútbol. Aún no lo vemos.

Es que estamos enfrascados en la crisis del día a día y a meses de una indescifrable elección presidencial. Nos perdemos muchas veces de discernir que desde hace diez años la organización más antigua y numerosa de occidente retomó el proceso del Concilio Vaticano II, con una paulatina y diaria revolución eclesial encabezada por un porteño de Flores, que pone a la Iglesia a nivel mundial en salida con los movimientos populares, los jóvenes, las mujeres desde la periferia al centro. Muchos deseaban ver al Lionel Messi de la fe en el banco de suplente. Pero Bergoglio se puso la cinta de capitán y salió a la cancha mediática este año como nunca en su papado, dando reportajes a casi todos los grupos multimediáticos locales. Debía hacerlo. Porque el pueblo argentino entre el 2015 y 2019 recibió un bombardeo televisivo y en las redes virtuales anti-Francisco.

Una reunión de obispos y los nuevos tiempos

La semana pasada un centenar de obispos se reunieron a puertas cerradas. Los apóstoles de Jesús, o gobernantes de la Iglesia, estuvieron atentos a las señales del papa Francisco y los signos del Espíritu Santo. Allí, intentaron discernir los nuevos tiempos que se avecinan, entre otros temas que se cruzaron son los cambios en el arzobispado porteño, quien conviene que sea el próximo presidente de la CEA, y quien recibiría el birrete rojo de cardenal

Los obispos saben que el colegio cardenalicio donde se define, junto al Espíritu Santo, a los Papas tiene una representación de argentinos cada vez más baja. Hoy dos de ellos tienen más de 80 años, por lo que no pueden ser electores de un futuro Cónclave, y que Leonardo Sandri a mediados de noviembre pasa sus 79 años. Entonces, Mario Poli quedaría como único cardenal elector. El Papa no está obligado a designar un cardenal en su Patria, pero sí están expectantes de la designación del arzobispo porteño que es tradición también reciba el cardenalato como ocurrió con Bergoglio, con su antecesor y anteriore también. Aunque existe la posibilidad que no ocurra. Porque fue una práctica de la primavera de Francisco convocar con el más alto título honorífico a hombres de diócesis alejadas de las metrópolis, como ocurrió en Italia, Bolivia o Perú.

Óscar Ojea, en salida de la CEA

El otro gran cambio que se avecina es en la cúpula de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA). Óscar Ojea termina su segundo mandato en noviembre de 2024. En tiempos de la iglesia un año y medio es poco. Sumado al año más particular de la historia argentina. Viene el primer Vicario de Cristo que parió el país más austral del mundo. El Papa Francisco no aseguró el mes de su regreso y allí entra la evaluación que hace el Sucesor de Pedro con sus colaboradores y amigos respecto si viene con nuevo o saliente presidente de la CEA, que es la conducción política y administrativa de la grey católica.

En estos momentos la comisión ejecutiva de la CEA (integrada por el propio Óscar Ojea, como obispo de San Isidro; Marcelo Colombo, de Mendoza; Carlos Azpiroz Costa, de Bahía Blanca, y Alberto Bochatey, de La Plata) está bajo la mirada de muchos por la posición política que está tomando ante las embestidas de los mercaderes de la fe, que se expresan en un candidato a Presidente de origen católico como Javier Milei (estudio con su hermana en un colegio confesional), que, en televisión, a los gritos, jura que el Papa Francisco que es el “representante del maligno en la tierra, ocupando el trono en la casa de Dios” .

También optaron por el silencio ante la embestida de los “libertarios” que colocaron en la entrada a la Catedral de La Rioja un gran cartel para votar a Javier Milei, tapando un mural con los rostros de los cuatro mártires riojanos, el obispo Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville y el militante rural Wenceslao Pedernera.

La posición de la mesa ejecutiva de los obispos de no pronunciarse es distinta a lo que hicieron los obispos y curas de la Pastoral Aborigen y ENDEPA, cuando la compañera de banca de Milei, la autodefinida católica Claudia Villarreal, presentó un proyecto de ley para derogar la actual ley por la restitución de tierras a las comunidades originarias.

Ante el complejo escenario de una inminente elección presidencial en la patria del papa Francisco, se suma el contexto internacional de una tercera guerra mundial en cuotas -y a las puertas de Europa-, que nació tras una pandemia mundial, donde el panorama de la distribución de la riqueza se centra en la derrota espiritual del ser humano. Hoy no existe faltante de comida o bienes, por el contrario, el excedente es brutal, exponiendo a los ojos del que quiera ver que la cultura del descarte es la raíz avara y perversa del poder mundano que somete al prójimo por mero placer de no compartir.

Nos queda ligarnos o amarrarnos. Como se traduce del latín la definición de religión. O sea, uno y cada uno entre sí, unidos por el Hijo de Dios, que puso a un vecino de Flores en la misión de construir los fortines de la fe y la esperanza del pueblo fiel de Dios, que hoy lo necesita a su lado, más que nunca.