Enterado de la campaña de un grupo de diputados nacionales de LLA en favor del genocida, Francisco dedicó una sentidas palabas a Ana María de Careaga, quien estuvo secuestrada embarazada durante la última dictadura.
Por Lucas Schaerer
“Recordando a su madre, Esther, una gran mujer, Esther Balestrino de Careaga”, frotando las manos y mirando al piso, pensando lo que iba a transmitir, el Papa Francisco transmitió el mensaje grabado para Ana María Careaga, hija de una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo y desaparecida en diciembre de 1977, tras la infiltración en la iglesia Santa Cruz, de la Ciudad de Buenos Aires, por el capitán de navío, Alfredo Astiz.
Enterado el Sumo Pontífice de la campaña de un grupo de diputados nacionales de la Libertad Avanza en favor del genocida, se lo ve en el video levantar la mirada para pedirle en términos muy cercanos a Careaga y sus oyentes del programa radial de Caput “Ahora y siempre”, que “no aflojen, conserven la memoria” y vuelve a repetir el líder terrenal de los católicos: “Conserven la memoria de lo que han recibido, no sólo de las ideas, sino de los testimonios”.
En el primer piso de la residencia comunitaria “Santa Marta”, Jorge Mario Bergoglio le respondió a Anita Fernández nieta de quien fuera su docente y jefa de laboratorio en su juventud., que según trasmitió el Instituto Espacio para la Memoria, estaba creciendo desde hacía tres meses en el vientre de Ana María entonces de 16 años, quien fue secuestrada por la dictadura el 13 de junio de 1977.
Esther Balestrino de Careaga, esa mujer que el propio Francisco reconoce aprendió y le dedica palabras afectuosas, había viajado a Brasil para lograr el exilio de dos de sus hijas, Mabel y Ana María, y que teniendo la posibilidad también de exiliarse no lo hizo y regresó a la Argentina para seguir la lucha por los desaparecidos.
La docente y jefa del joven Bergoglio termina secuestrada en el marco de cinco operativos del grupo de tarea de los marinos de la ESMA, que se llevaron a cabo entre el 8 y 10 de diciembre del ‘77, en el que también fueron secuestradas las Madres Azucena Villaflor y María Ponce; los familiares Angela Aguad, Remo Berardo, Julio Fondevila y Patricia Oviedo; los militantes políticos Horacio Elbert, Raquel Bulit y Daniel Horane y las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.
“Los 12 de la Santa Cruz”, como ellos mismos se autodenominaron en la ESMA, donde permanecieron entre 4 y 6 días encerrados, fueron arrojados al mar el 14 de diciembre de 1977.
Cuando Bergoglio era arzobispo y cardenal en Buenos Aires aceptó que los restos de “los 12” fueran enterrados en la iglesia de la Santa Cruz, en Estados Unidos esquina General Urquiza, perteneciente a la congregación de la Pasión, conocidos como pasionistas.